lunes, 4 de mayo de 2015

Wien (drei): Cien años en seis coches...



A muchos de los que me conocen, les sorprende que un tío tan pacífico y cobardón como yo, incapaz de cabrearme -aunque sí de ponerme borde, todo hay que decirlo-, que no pasó en el Servicio Militar de Cabo Auxiliar de Perforista (¡atención, jóvenes: cuando yo tenía vuestra edad, los Kas y los Megas -Gigas no había- no se guardaban en pendrives ni en la cloud, sino haciendo agujeritos en una cinta de cartón, os lo juro por Steve Jobs!), les sorprende, decía, que me interesen tanto los temas militares… pues ya veis, he aprendido a vivir sumido en mis contradicciones, y me lo paso pipa leyendo a dos de mis gurús particulares en esta materia: +The War Nerd y +Jacinto Antón…os los recomiendo, con moderación, como todo en general...

Por el motivo antes expuesto, pasé un agradable rato en el Museo de Historia Militar de Viena: para no abusar de la paciencia de Blanca, me limité -que no es poco- a los últimos cien años, y os propongo un pacífico recorrido por ese periodo de la Historia a través de seis fotografías de vehículos:

La primera no puede ser otra que la del Gräft und Stift en que, el 28 de Junio de 1914, fue asesinado en Sarajevo el sucesor a la corona Imperial y Real, el Archiduque Francisco Fernando -y su pobre esposa, de la que nadie se acuerda-, hecho que dio orígen a la Primera Guerra Mundial. Francisco Fernando, sobrino del Emperador, era heredero por carambola, tras el suididio de su primo, Rodolfo, hijo del Emperador y de Sissi, después de matar a su amante plebeya, en lo que en aquel momento se consideró un drama romántico, y hoy describiríamos como un sórdido episodio de violencia de género.

Francisco Fernando estaba casado con una dama de la nobleza checa, Sofía Chotek, considerada también inadecuada para alcanzar el rango de Emperatriz… por ese matrimonio, y por sus planteamientos que podríamos llamar federalistas, el Archiduque era odiado por los nacionalistas pangermanos, que lo tenían por “checo”, e incluso cuenta Hitler que, al enterarse del atentado, su primera reacción fue de temor, pensando que el autor era uno de los suyos, lo cual hubiese desencadenado una dura represión. Pero no: ser sensato y moderado no te hace invulnerable ante los violentos, y ahí tenemos el caso de mi llorado Ernest Lluc, y de tantos otros… el asesino era un paneslavo, partidario de agrupar a todos los eslavos del sur en lo que después sería Yugoslavia… es dramático suponer que, de haber vivido Francisco Fernando, muy posiblemente se hubiese opuesto a la guerra, y decenas de millones de personas hubiesen muerto, muchos años después, de muerte natural. 

El segundo vehículo es el Kübelwagen, el todoterreno de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial: Austria y Alemania perdieron la Primera, se creó en Austria una República democrática, que permitió el florecimiento de la Rote Wien, la Viena Roja -socialdemócrata, tampoco hay que exagerar- con conquistas obreras como la jornada de 8 horas, el subsidio de desempleo, y una política de viviendas que hace pocos días glosaba Jordi Évole… república ahogada en sangre por un Golpe de Estado conservador y reaccionario, que abre paso a la dictadura fascistona y clerical de Dollfuss… pero ser fascistón y  clerical tampoco te pone a salvo de los violentos, y Dollfuss es asesinado por un pronazi, creándose así las condiciones que harán posible el Anschluss, la anexión de Austria al Tercer Reich, el sueño de los nacionalistas pangermanos, encabezados por el austríaco -no tuvo nacionalidad alemana hasta que no fue nombrado Canciller- Adolf Hitler… os llamo la atención sobre el cartel que hay en segundo plano: Tercer Reich: más extenso que España o Francia, y con 75 millones de habitantes… pero no duró, ni de lejos, los Mil Años que pregonaban sus propagandistas… ya en 1944 se contaba, en voz muy baja, un chiste sobre dos soldados alemanes, en una posición en el Frente del Este, que fantasean sobre qué harían cuando acabase la guerra: uno de ellos dice: “cogeré mi bicicleta, y me iré a recorrer el Reich…” y el segundo le pregunta: “¿Y qué harás por la tarde…?”

El tercero, sobre el que me apoyo, no puede ser otro que la respuesta soviética al orgullo y poderío nazi: el T-34: un tanque basto y zaborrero, sin los refinamientos técnicos ni el perfeccionismo alemán, pero bien blindado y duro como él solo: aquellos “Untermensch”, los “subhombres”, sucios y oliendo a vodka, sobaco y tabaco malo, con sus armas de todo a cien, les dieron una lección de sufrimiento, determinación y… número, que, como decía el poema, “Dios ayuda a los malos/cuando son más que los buenos” De todas formas, Austria fue lo último que ocuparon los Aliados -los franceses, con republicanos españoles en sus filas, entraron también por Salzburgo-, dándoles tiempo a los nazis, al parecer, para sumergir cantidades ingentes de oro en algún lago alpino, tema que hubiese dado pie a Wagner para componer algunas óperas más…

Lo cual da paso al cuarto vehículo, uno de los mejor aprovechados de la Historia; el Jeep de la Policía Militar, con más banderas que la Foto de las Azores, en que patrullaban representantes de las cuatro potencias ocupantes: Estados Unidos, Unión Soviética, Reino Unido, y Francia… “Four men in a car” eran llamadas esas patrullas, que ejercitaron en Austria una función difícil: el hecho de que Austria hubiese aprobado supermasivamente en referendum su anexión al Reich, y de que los austriacos hubiesen servido lealmente y con entusiasmo -sobre todo, cuando iban ganando- en las fuerzas alemanas, no podía entrar en contradicción con la afirmación, según la propaganda aliada, de que Austria había sido una de las primeras víctimas del expansionismo nazi, tal y como hemos sufrido todos en “Sonrisas y Lágrimas”… se optó por declarar a Austria neutral, y aplicar, en el interior, una política de “desnazificación” que podríamos considerar como muy peculiar, y que acabó con el escándalo a escala mundial de haber enviado a las Naciones Unidas, como Secretario General, a un expresidente con un pasado pelín más pardo de lo socialmente aceptable.

No resisto la tentación de explicar un episodio, leído en una novela apasionante, “El Búnker”, escrita por un peridista estadounidense que descubre con horror, no exento de sentido del humor, su condición de hijo de un oficial de las SS: su abuelo, austríaco germanófono, tiene que abandonar su villa natal, en la Eslovenia que se incorpora a Yugoslavia tras la Primera Guerra Mundial, y refugiarse en Austria, donde se hace funcionario: allí milita en un partido nacionalista pangermano, legal, que no es el NSDAP nazi, prohibido por la legislación austriaca: tras la anexión al Reich, sale del armario pardo, se afilia al - ya legalizado- partido nazi, y un amigo suyo, tesorero de la organización local -¡esos tesoreros…!-, le hace una propuesta interesante; si cotiza los dos años anteriores, le dan un carné del partido con fecha también anterior, para presumir… accede el incauto abuelo. Tras la guerra, llega la desnazificación: las autoridades austríacas adoptan el siguiente criterio: carnés del NSDAP posteriores a la legalización; Nazi bueno, Nazi legal, kein problem… carnés anteriores -como el del abuelo-, Nazi malo, nazi ilegal, cárcel -poquita- y separado de la Función Pública…


Quería terminar éste recorrido con la quinta foto; un Porsche, claro ejemplo de la Austria de hoy, burguesa, rica y ligeramente progermánica… además -ni que decir tiene que no está hecha en el Museo de Historia Militar- lleva dos pegatinas interesante: el caballo de la Escuela Española de Equitación de Viena… y el Toro de Osborne: pero no puedo evitar ser un poco cabroncete, y os presento la sexta: noventa años después, Austria vuelve a meterse donde menos cabría esperar; en el avispero de los Balcanes… integradas el la multinacional KFOR, despliega sus blindados en Kosovo, de nuevo frente a los Serbios y ésta vez al lado de los Turcos, que a puntito estuvieron, en su momento, de hacer ondear sus banderas con el Creciente islámico sobre las iglesias de Viena, hecho que todos recordamos cuando nos desayunamos con un “croissant”… cientos de kilómetros más al norte, un nuevo Protector de los Eslavos, que ya no es Zar, pero casi, se lame las heridas y maquina respuestas gasísticas y petrolíferas, rodeado de rubias supermodelos… ¿Quién decía que la Historia había terminado…?







1 comentario:

  1. El 28 de junio, pero de 1969 es mi cumpleaños. Que casualidad compartir fecha con el primer acto de la 1ª Guerra Mundial. (Se me había olvidado, creo que alguna otra vez me había topado con este dato relacionado con mi onomástica). Por cierto, con lo bonito que es el Gräft und Stift, una lastima mancharlo con la sangre del afamado archiduque. Una pena.

    Qué se podía esperar de un tipo que se hacia coser las solapas y cuellos de sus camisas una vez las tenía puestas, para que el viento no las moviera de su sitio...

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