domingo, 10 de mayo de 2015

El Pueblo con una Flor en el Culo

 Hace tiempo, os proponía una historia cargada de buen rollo; la de un pueblo afortunado, dentro, eso sí, de lo que cabe: Rothemburg ob der Taube.

Es frecuente leer en las guías turísticas que Rothemburg es uno de los pueblos más bonitos de Alemania: pero casi todos los pueblos de Alemania son bonitos. “E intactos”, añaden, y eso ya son palabras mayores; encontrar un pueblo “intacto” en Alemania, dentro del radio de acción de los Lancaster y los B-29, es tarea similar a localizar una doncella en una discoteca de Ibiza… Rothemburg libró bien porque el general del Ejército de los Estados Unidos que mandaba el avance por la zona había pasado allí su Luna de Miel, que ya es casualidad: al parecer, guardaba buenos recuerdos, porque ordenó a las Fuerzas Aéreas hacer sobre Rothemburg lo que en términos taurinos se llama una “faena de alivio”, dos docenas de casas y treinta o cuarenta víctimas colaterales nada más… así, rodeada de ruinas humeantes, pudo conservar Rothemburg ob der etc. su imagen de hermosa villa medieval, sin  más problemas que soportar, cada año, un interminable desfile de turistas.

Pero lo más fuerte es que no era la primera vez que Rothemburg se libraba por la campana; en plena Guerra de los Treinta Años, Rothemburg, plaza fuerte protestante, fue tomada por las tropas católicas del Conde de Tilly. Era simpática costumbre de la época rematar estos acontecimientos con una orgía de saqueos, violaciones y degüellos: La Corporación Municipal acudió al general victorioso en demanda de clemencia: debieron pillarlo en un buen momento, porque les ofreció un amplio perdón, con la condición, eso sí, de que alguno de los ediles allí presentes se bebiese, de un solo trago, todo el vino -unos tres litros- que podía contener un gran vaso de plata que andaba por allí…

Los bávaros, incluso los severos luteranos, tienen buen saque en cuestiones de bebida: así, el propio alcalde -el Burgermeister- se ofreció voluntario, se sopló íntegro el contenido, salvó a su pueblo y su gente, se fue a dormirla a su casa, y pasó a la Historia por su gesta, conocida desde entonces como el “Meistertrunk”, el Trago del Maestre.

No era la primera vez que mis pasos se cruzaban con los de Johann Tresclaes, conde de Tilly, nacido en el Flandes hispano, alumno de Don Alejandro Farnesio, y general también de los Tercios españoles, cuyas tácticas adoptó al servicio del Emperador y la Liga Apostólica, los católicos alemanes; no en vano había hecho yo cerca de una hora en tranvía, en Praga, para visitar los terrenos de la Montaña Blanca, la Bielo Gora,  donde Tilly derrotó a los Reformados. y propició la reconquista católica -en realidad, jesuítica- de la ciudad: pero esa es otra historia:  hoy caía yo en Rothemburg justamente en el día en que se conmemoraba el Meistertrunk.

Estábamos dejando el equipaje, a primeras horas de la mañana, en la habitación que habíamos reservado en una bonita Gasthaus cuando oímos a un coro cantar bajo nuestra ventana… ¡La Ronda… de Rothemburg!, casi grité, viendo a un grupo de caballeros de mi edad y desplazamiento, vestidos de soldados del Siglo XVII, que eran agasajados con una torta de pan decorada y enormes jarras de cerveza… cantaban una canción de la que sólo podía entender el prometedor estribillo; “¡Lansquenetes, adelante!”, y, después, otra vieja canción alemana, que conocía y podía tararear: “Drei Lilien”… total, que nos metimos en ambiente inmediatamente, y nos sumamos, entusiastas, a los festejos.

Todo el pueblo estaba en la calle, con trajes de época sumamente realistas; veías allí soldados de los dos Ejércitos -católicos y protestantes-, perfectamente reconocibles por sus uniformes y estandartes, pero también burgueses y burguesas, campesinos y campesinas, y un simpático grupo de damas con muy poca ropa, por cuyas funciones de apoyo logístico a las Fuerzas Armadas no me atreví a preguntar… al mismo tiempo, tenderetes de todo tipo ofrecían comida más o menos de época, atracciones de tiro con arco y cosas parecidas… y cerveza, mucha, mucha cerveza.

Para guarecernos del Sol, que caía plano, y en un gesto de claro optimismo, nos refugiamos en la Sala de Actos del Ayuntamiento, donde se representaba el “Meinstertrunk”: los movimientos de figurantes eran vistosos, pero del texto, en correcto tedesco, no entendí prácticamente nada: suerte que Blanca estaba sentada un poco lejos, ya que se habría pasado la obra preguntándome “¿Qué dicen..?” Blanca, lo que hace el Amor, cree que yo hablo Alemán… en realidad, algo hablo, pero de ahí a entender una obra de teatro… sólo pillé cuando un Pastor protestante, abriendo teatralmente los brazos, exclamaba: “¡Estamos perdidos…!” “Wir sind verloren!” “Peddidos, y dequetepeddidos…!”, pensaba yo, recordando un “gag” de Pepe Rubianes… a la salida, tuve el honor de cruzarme con el propio Tilly, al que saludé con una cortés reverencia, quitándome el sombrero, y siendo recompensado con una mirada de soslayo donde se leía claramente… “Será gilipollen, diese turisten…!”

Comimos en los fosos de las murallas, transformados en gigantesco biergarten, en mesas corridas, con una orquesta tocando y todos cantando -incluidos nosotros- aquello de “Ein Proosit, ein Proosit…!”, y recorrimos, después, los campamentos de las tropas; asombroso; estaba allí reproducido a la perfección lo que debía ser un campamento militar de la época; veías la artillería con sus municiones, la caballería, los arcabuceros, los piqueros… había incluso una fragua de campaña, que funcionaba, todo ello rodeados de soldados comiendo, bebiendo y cantando…

A punto estaba de ceder a la tentación de presentarme en las filas de los míos -los Imperiales católicos, of course- e identificarme como cabo del Ejército Español, “Ich bin ein spanische Gefreiter!” ante mis compañeros de armas que, sin lugar a dudas, me hubiesen agasajado con muchas, muchas jarras de cerveza, pero una inoportuna rinitis alérgica, provocada por la abundante hierba que pisábamos, me noqueó, y tuvimos que retirarnos, de prisa y corriendo, a la Gasthaus: mi hígado, silenciosamente, aplaudía, aliviado…



Húsares Imperiales---

Damas auxiliares...


Drei Lilien, drei Lilien...

Lansquenetes con sus picas---



3 comentarios:

  1. Muy bueno!!! un pueblo muy bonito pero de Alemania...poco tiene que hacer con los pueblos más bonitos de España ;)

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    1. Gracias, G... me alegro de que te guste... ¿Nos conocemos...?

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    2. Mucho...también quiero decir que me gusta más la Morisma ;)

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