domingo, 19 de enero de 2020

Halvdan, el vikingo...

Acabando de llegar de Estambul, ayer, en Santa Sofia, me pareció rozar una presencia humana de más de once siglos atrás...




¡Hola, amigos...! Me llamo Halvdan, y soy vikingo... no, no llevo cuernos en el casco, ¡qué pesaos os ponéis con eso...! fue cosa de mi primo Vicky, que, de jovencito, tenía opiniones muy particulares sobre el vestuario... sí, algo rarillo era... yo llevo el reglamentario, de soldado romano... si, claro, del Imperio Romano de Oriente, del otro ya no queda ni el recuerdo, qué os voy a contar...

En principio, hacerme soldado romano me pareció un carrerón... ahora no estoy tan seguro... papá me recomendaba que me quedase en el Rus de Kiev, que habían fundado unos años atrás...  "Hazme caso -me decía-, esto de Rusia tiene futuro... lo de Bizancio, sí, tiene prestigio, pero lo veo como algo decadente, ¿no...?"... yo no le hice caso, y me apunté al Ejército del Emperador... la paga no estaba mal, y el uniforme... a la vista está, ¿a que me cae bien...? ¡Pues tendríais que ver a los catafractos, con sus caballos blindados, que meten miedo...! vale que allí no admiten a cualquiera, y menos a un guiri... tienes que tener varias generaciones de romano, o de bizantino... los vikingos, que somos muchos, vamos como de relleno, para hacer bulto... tenemos prestigio, eso sí, porque dicen que somos algo brutos... no han visto aún a los Almogávares, lo mejor de cada casa, unos auténticos animales...

Pero ahora la vida militar me está resultando bastante aburrida... de momento, no hay quién nos tosa, apenas si hay expediciones a los confines lejanos del Imperio, los bárbaros -¡jé, hasta yo los llamo así, y somos medio parientes!- no han digerido sus conquistas en el Oeste, aunque se habla muy bien de un tal Carlomagno, que parece que está controlando bastante la situación, y los moros, esos que cuentan que han invadido Hispania, aún nos quedan lejos... si lo pienso bien, me hubiese divertido más con mi primo Leif, el hijo de Erik, hermano de mamá... me ofreció irme con él a Hibernia y Britania... saqueos, botines y violaciones garantizadas... en su última carta me hablaba de una expedición que está preparando a no sé donde, algo así como la Tierra de las Viñas, al otro lado del Mar Grande, donde los hombres fuman en pipa y llevan plumas...

Pero, de momento, aquí sigo, y aún me quedan tres años de contrato... aburrido como una ostra... hoy, por ejemplo, me ha tocado guardia en Hagia Sofia... de lo peor... además, oficia el Patriarca... un pelmazo, os lo aseguro... no hay sermón que baje de la hora, y te duermes, es que te duermes... le llaman Crisóstomo, el Boca de Oro, yo creo que de cachondeo... además, habla un Griego pijo que no hay quien lo entienda... yo he aprendido el Griego de los soldados, claro,  palabrotas y bromas groseras... "¿Cuánto hacen monos más tetra...? ¡Penta...! ¡Por el proctos te la hinco...!... vamos, como para entender al Crisóstomo...  un día estaba yo al lado mismo del Emperador, un vejete simpático.... en pleno sermón, se quedó roque... teníamos órdenes de, cuando eso pasaba, toser discretamente, y así lo hice.. se despertó, me miró, sonriendo, y me dijo "Qué coñazo, ¿verdad, chico...?"

La cosa se anima un poco cuando asiste la emperatriz... ya está vieja, tiene que andar por los treinta, pero se nota que, de jovencita, debía estar bastante bien... un poco guarrilla, además, los viejos de la guardia cuentan y no acaban... lo que más le gustaba era bajar al paddock del hipódromo, a ver a los aurigas.. claro que el asunto le tiraba, le venía de familia, su padre era el encargado de los leones en el circo, mundo del espectáculo... pero es que ella se llevaba por delante todo lo que se meneaba, igual le daba que fueran azules o verdes, los dos bandos irreconciliables, ella, decía, estaba por encima de esos partidismos, una centrista, vamos...

Pero hoy no está, debe tener auriga nuevo, y la misa está durando lo que no está escrito... yo me hice cristiano, claro, si quieres llegar a cabo no hay otro remedio, pero, la verdad, a mí, si no hay sacrificios humanos, las misas me aburren... me contaba mi abuelo qué risas, cuando le sacaban a un tío los pulmones por la espalda, para dejar contento a Odín... digo yo que las viejas religiones sí entendían las auténticas necesidades de los hombres... esto del Cristianismo, la verdad, lo veo como algo soso, y un punto tétrico, mira esos mosaicos, tan serios, ese que me mira desde ahí arriba asusta un poco, ¿no...? tiene pinta como de funcionario, nada que ver con Thor, tan majete, tan musculado, con su martillo... y encima, parece que me mire de reojo...



Aquí estoy, apoyado en la barandilla de la galería superior, haciendo como que vigilo... y claro que vigilo, que no venga el sargento Teodosio, un mal bicho, que me la tiene jurada... anteayer me metió la segunda imaginaria arrestada, por llevar mal atadas las cintas de la sandalia, el muy cabrón, cómo se fija en esos detalles... lo veo al otro lado de la galería, puedo relajarme un poco... saco mi daga, voy a escribir sobre la balaustrada... "El sargento Teodoro es..." ¡vaya, ahora no me acuerdo de con qué runa se escribe "gilipollas"...! venga, pondré otra cosa,  ¡Venga...! ahora firmo: "H, A, L,V, D, A, N..." el día del Mañana, cuando los restauradores lo vean, van a alucinar, seguro...