viernes, 8 de mayo de 2015

San Inari, San Inari...


Pocas horas después de llegar al Japón, con un jet-lag de un par, encontramos fuerzas para visitar el Santuario de Inari, en Fusini, que nos deslumbró: éste es el relato---

Inari es el dios sintoista protector del arroz y -ojo al dato- de su principal subproducto lúdico: el sake: no es de extrañar que sea, con diferencia, el que más santuarios tiene en todo Japón -unos 32.000, según la wiki-, y el que reciba un culto más devoto y generoso: los humanos siempre hemos sabido combinar adecuadamente nuestras creencias ligadas al deseo de trascendencia con la debida atención a nuestras necesidades materiales… al igual que en nuestras numerosas festividades católicas del Ciclo del Verano, se celebran las cosechas de cereales de las que dependía nuestra subsistencia hasta no hace demasiados años, no nos resulta extraño imaginar a los campesinos japoneses cantando, alborozados, lo que le cantan en Huesca a San Lorenzo: “¡San Inari, San Inari, en qué buen tiempo has venido…!”


Tori de entrada al Santuario de Inari en Fusini


Estación de Kioto

Kitsune, el zorro, mensajero de Inari

Toris dedicados

Pasillo de Toris

El principal templo de Inari está en Fusimi, un suburbio de Kioto; se llega en un plisplás, en un Cercanías que sale de la Estación Central de Kioto; ese edificio fue objeto de un intenso debate en Japón, donde no se entendía, en una época de vacas flacas -Japón lleva diez años de estancamiento ecónómico, que empezó justamente con el estallido de su burbuja immobiliaria, mientras sus vecinas Corea, Taiwan y China, se disparan…- la necesidad de construir un edificio tan suntuoso, donde se han usado mármoles y granitos de primera calidad; ví las placas que señalaban sus procedencias, y no faltaban los españoles; imaginaos el coste de llevar piedros a esas distancias. Además, en una extensísima ciudad, de edificios de poca altura, semejante mole, de varios cientos de metros de larga, llegaba incluso a cortar… ¡el viento!; decidieron hacer varios espacios libres de obstáculos al aire, vamos, como la Estación de Delicias en Zaragoza, que le pasa el cierzo de lado a lado… en la foto veis, frente a la estación, lo que menos me esperaba encontrar en Japón: ¡Un Dos Caballos, como el primer coche que tuve…!

En los templos de Inari siempre se encuentran estatuas de zorros; el Kitsune, que es considerado el emisario del dios, suele llevar en la boca la llave del granero -de arroz-, y es frecuente verlos, como a otras imágenes religiosas, con esos baberitos rojos, exvotos pagados por los fieles.

Pero lo que ha hecho famoso al Inari de Fusimi son sus pasillos de “Toris”. los Toris son esas puertas rojas características de los templos japoneses: pero en Fusimi son miles y miles, formando más de cuatro kilómetros de pasillos que serpentean por la ladera de una montaña, cubierta de un denso bosque, con abundancia de bambúes: es una delicia vagar, como hicimos nosotros, con las últimas luces del día, por esos túneles rojos entre el verde profundo del bosque… con nosotros, junto a algunos turistas, muchísimos devotos japoneses que, para ir a los templos, visten sus ropas tradicionales.


Inari es, también, y por decirlo de alguna manera, el dios de la actividad económica y de la empresa; libre empresa, en un país hipercapitalista: así, son las firmas comerciales e industriales las que pagan los toris del santuario: incluso un profano en la dificilisima escritura japonesa puede observar que en los toris, las leyendas de un poste son todas iguales -serán invocaciones a Inari, digo yo- mientras en el otro poste son diferentes; ahí debe estar el nombe de la empresa y, quizás, la petición concreta… casi me alegro de no saber Japonés -es un decir; me encantaría..- porque puede romper un poco el encanto del momento ir leyendo que Toyota pide a Inari una desgravación en el Impuesto de Sociedades, mientras que Yamaha implora la benevolencia de la Inspección de Hacienda… aunque también hubiese tenido la oportunidad de hacer tres profundas reverencias ante el tori de Panasonic, en eterno agradecimiento a Inari por mi querida LX5, con la que voy haciendo estas fotos

No hay comentarios:

Publicar un comentario