domingo, 3 de mayo de 2015

Jailhouse Blues



(Blanca me pregunta... ¿Por qué le pones ese nombre...? ¡Estos jóvenes...!: "Jailhouse Rock" es el famosísimo "Rock de la Cárcel" de Elvis Presley, y yo siempre he sido muy de Elvis, y me alegro mucho de que aún siga vivo, aunque abducido por extraterrestres... pero no quiero escribir un Rock; para hablar de la Cárcel de Boltaña prefiero algo más íntimo, más melancólico... algo así como un Blues, o, mejor aún, "Green grass of Home", al fin y al cabo, un blues carcelario...)


Uno de los equipamientos inherentes a la condición de Cabeza de Partido Judicial, de la que tan orgullosos estamos los boltañeses, era, por los años cincuenta, la llamada “Cárcel de Partido”, cuando los trullos, trenas, talegos, makos, cangrís y estariveles aún no eran designados con el aséptico nombre de “Centros de Detención”.

La Cárcel de Boltaña estaba en Calle San Pablo, pared con pared con la casa de mi familia: se contaban, en voz baja, historias terribles de los tiempos de la inmediata postguerra pero, en los años en que empiezo a tener recuerdos, para nosotros era, tan solo, la residencia de la familia vecina y amiga que la custodiaba y, eso sí, de algunos de sus peculiares huéspedes forzosos.

Recuerdo muy bien a uno de ellos: José: era jóven, y de aspecto culto y aseado; pasó tiempo allí, sin aclararme nunca el por qué -“!Una tontería”!, decía-, y no era infrecuente encontrarlo en la placeta frente a la cárcel, cortando leña con un hacha… si le llevabas un bocadillo de sardinas en aceite y el material adecuado, te hacía un perrito de algodón y alambre, con alfileres en el lugar de los ojos; a veces entraba en su celda -que siempre estaba abierta-, me sentaba con él en su catre, y charlábamos un rato… ¿Os imagináis qué hubiesen hecho los Servicios Sociales de ahora si se enterasen de que un niño de diez años entraba en la celda de un preso, por preventivo que fuese…?

Tiempo después, la cárcel conoció otro inquilino, inquilina en éste caso: en uno de nuestros valles, una señora mató a su marido a hachazos: la Opinión Pública matizaba que, francamente, eso estaba mal, pero no dejaba de reconocer que, en ese caso concreto, había circunstancias que lo hacían, si no justificable, por lo menos, explicable… la recuerdo bajita y gordita , tipo albondiguilla, siempre vestida de negro -por la viudedad, supongo, aunque fuera autoimpuesta…-, con aspecto frágil… la Policía Científica, por aquel entonces, estaba aún en mantillas, y no pasaba del interrogatorio a guantazos, innecesario en este caso ya que, desde momentos iniciales, confesó ser la única autora de los hechos: pero la Guardia Civil no acababa de creerse que una señora tan pequeñita hubiese podido acarrear al difunto que, al parecer, era grandizo; para que lo demostrase, le dieron un saco de patatas, y la señora hizo con él auténticos juegos malabares… se dio por buena su versión y, al tiermpo, fue enviada a Huesca, para su juicio… ignoro cómo acabó el asunto…

Años después, cuando ya no había presos en la cárcel, comentó mi tia Conchita, -prima hermana de mi madre, nuestra querida Tía Coqui-, que pasaba las vacacines con nosotros, que, a altas horas de la madrugada, se oían extraños ruidos en las celdas de la parte baja: la noche siguiente ya los oímos unos cuantos más y, la tercera noche, toda la família escuchaba, en vela, unos golpes rítmicos -toc, toc, toc-toc- toc…- que atravesaban las recias paredes de piedra… ¿Almas en pena…? ¿Recuerdos de algú intento de fuga, de las últimas horas de un condenado a muerte…? Decepción: nuestro, vecino, cazador, recargaba cartuchos con una pequeña maquinita: toc, pistón fuera: toc, nuevo pistón en su sitio: toc-toc, carga y perdigones…

Cuando dejó de prestar servicio como cárcel, fue transformada en Casa-Cuartel de la Guardia Civil, pese a no reunir las mínimas condiciones para ello: tantos hombres jóvenes allí hacinados, con instalaciones higiénicas muy precarias… se originó una auténtica epidemia de hongos que afectaban, especialmente, sus heróicas partes nobles. El médico -un amigo mío, que se estará riendo al recordarlo- les recetó recibir baños de sol en las zonas adecuadas, y te encontrabas, en las mañanas soleadas, civiles francos de servicio transformados en involuntarios nudistas, dirigiéndose al monte con una toalla y el periódico bajo el brazo… 

Afortunadamente, siendo Luís Roldán Director de la Guardia Civil, se construyeron  por doquier nuevas y funcionales Casas Cuartel… el pequeño detalle de que, por cada una de ellas, cobrase una sustanciosa comisión empaña un poco su mérito, pero no es menos cierto que las condiciones de vida de dichos servidores públicos mejoraron notablemente. La Cárcel de Boltaña quedó vacía de contenido y se fue deteriorando, deteriorando al mismo tiempo las relaciones de mis primos con el Ayuntamiento de Boltaña, a cuya deficiente conservación del edificio atribuían los desperfectos que sufría la casa familiar en sus paredes medianeras.


Pero no acaba allí su historia:  cuando empezaron a azotarnos los primeros coletazos de la crisis, mi llorado José Luís Rodríguez Zapatero, que en el Consejo de Estado esté, intentó, al igual que el heróico niño holandes, contener el Mar del Norte que se colaba por el dique metiendo un dedito en el agujero, y se pulió el primer superávit presupuestario de la Historia de España desde Don Pelayo en un famoso “Plan E” de infraestructuras municipales; el Ayuntamiento de Boltaña invirtió la parte que le tocó en consolidar el edificio de la Cárcel, cubillando de nuevo el tejado de losas ya casi caído, cerrando los accesos y, eso sí, cargándose el gracioso mirador adosado a la fachada, que estaba a punto de desplomare… y allí está el edicicio inacabado, esperando a un futuro Presidente del Gobierno keynesiano para transformarse en un nuevo equipamiento cultural, que espero ver algún día finalizado…



Antigua Cárcel de Boltaña

No hay comentarios:

Publicar un comentario