miércoles, 20 de mayo de 2015

Mil Estrelles; una muy buena experiencia

Los que me seguís en Facebook ya sabéis que, el jueves pasado, dormimos en un lugar muy especial: quiero contarlo ahora con más detalle, a ver si os animáis...

Nuestros hijos, cada año, procuran regalarnos alguna experiencia poco común: así, gracias a ellos, hemos subido en globo, o dormido en una cabaña construida en el tronco de un árbol, a muchos metros de altura sobre el suelo... experiencias con cierto componente de vértigo, aunque sumamente recomendables: esta vez, el vértigo venía de mirar hacia el cielo, en Mil Estrelles-La Bastida, un hotel absolutamente original.

Muy cerca de Banyoles y su lago, La Bastida es una vieja masía fortificada, restaurada y decorada con mucho gusto, pero sin perder su carácter rústico (¡cuidado con los peldaños de la escalera...!), atendida por una familia muy simpática y un servicio discreto y eficaz. Hasta aquí, todo muy correcto, pero lo curioso empieza fuera:

Por un amplio jardín, y cuidadosamente aisladas unas de otras, se distribuyen las suites, formadas por un conjunto de estructuras esféricas, de plástico translúcido o transparente: esas esferas se mantienen por la presión interior, y, por lo tanto, hay que entrar en ellas a través de un túnel, como en un iglú, cerrando tras de ti unas importantes cremalleras, y garantizando siempre la estanqueidad... "Si dejáis dos cremalleras abiertas, se os cae la casa encima!", nos avisaron y, al parecer, había sucedido así con algún cliente patazas... el resultado me recordaba poderosamente la Estación Espacial "Mir", en cuya maqueta 1:1 estuve en Toulouse, pero el parecido acababa aquí, porque todo lo que en la Mir era astrocutre, aquí era cuidado y acogedor... una buena cama adoselada, una salita con sillones extrañamente cómodos, música ambiente adaptada a nuestra edad -mucho Dylan, mucho Elvis, mucho Leonard Cohen...- y un original cuarto de baño, con un inodoro de lo más estándard -cosa que se agradece especialmente, ahí hay poco espacio para la originalidad- y una ducha construida sobre un barreño de madera, que funcionó a la perfección.

Nuestra suite, la Altaïr, se encuentra en una parcela bastante grande, dominada por un hermoso platanero, y rodeada de plantas aromáticas: como os decía, la intimidad es total, ya que el jardín -y, por supuesto, las burbujas- quedan protegidas de miradas, y el servicio, cuando viene a la suite, se va anunciando a gritos... el Hotel se publicita como especial para parejas -no se admiten niños, ni mascotas, aunque no se si transigen con los solitarios- y, desde luego, se agradece... no tengo nada contra los niños, al contrario, incluso yo mismo lo he sido, pero si contra determinados papás, que creen que el hecho de que vayamos a cobrar las pensiones gracias a las hipotéticas cotizaciones de sus retoños, les autoriza a dejarles que den por saco a todo hijo de vecino.

Tras tomarnos una copita de cava, bienvenida a cargo de la casa, encargamos una cena de degustación en la Suite, que fue justamente como deben ser las cenas: agradable, formada por diversas cosas muy ricas, con buenos postres, y lo suficientemente ligera para proporcionarte una buena digestión... rematamos con sendos orujitos que, por cierto, no nos cobraron... si fue un descuido, os envío por transferencia lo que me digáis.

El propio nombre del Hotel, y sus cúpulas transparentes, remiten a uno de sus principales atractivos; la observación nocturna de las estrellas: incluso te ofrecen un telescopio, y, sobre la cama, encuentras un cuidado mapa de las constelaciones que puedes ver aquella noche. En eso tuvimos poca suerte, porque el cielo estaba bastante cubierto, pero se despejó algo, y pudimos observar, sobre nuestras cabezas, Venus y Júpiter... en todo caso, una excusa para salir a disfrutar de la noche, y de la increíble visión, desde el exterior, de las burbujas interiormente iluminadas.

Una vez acostados, y apagados los leds que iluminan el perímetro de las burbujas, la sensación de dormir al raso, pero en un ambiente acogedor -con algo de calefacción, incluso- y en una cama como manda Dios, no en un saco de vivac sobre el p...  suelo, es especialmente agradable,  como lo es también el despertar insólito, con los primeros rayos del sol alumbrando las hojas del árbol que te sirve de dosel, y los pajaritos cantando... ¡la sensación de contacto civilizado con la Naturaleza, sin bichos ni incomodidades, es total!

Tras un agradable desayuno, ya en el interior de la Masía, dejamos Mil Estrelles, encantados y con ganas de contar la experiencia...pongo el piloto automático y.... ¡A Boltaña...!



Blanca, sentada ante Altaïr

Interior de las Burbujas

Desde el jardín...

Amanecer desde la cama...

Con los primeros rayos del Sol...


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