martes, 19 de mayo de 2015

Perroflautas




Sábado por la tarde: paseamos cerca de Boltaña: a nuestro lado se detiene un coche: un joven me pregunta por dónde se va al "Valle del Anarquista". Tengo una cierta prevención hacia la toponimia "popular", desde que un cartógrafo rebautizó un lugar, ciertamente recóndito, conocido como "El Confesonario", como "O Coño d'o Mundo"... pero, la verdad, del Valle del Anarquista, ni idea... el joven precisa más... "Es un sitio donde hay okupas, por la Solana..." me llega  las narices un olorcillo peculiar, y veo que, a su lado, rebulle algo peludo... ¡Son perroflautas..! sobre ellos tengo escrito algo ya hace años...les explico, con mucho detalle, como llegar a Solana, y les deseo mucha suerte: Welcome home, tíos...!


Pues si, señor, casualmente tengo un perro, bueno, viene conmigo un perro, posiblemente eso describe mejor nuestra peculiar relación. Y sí, es verdad, toco la flauta, de oído, por supuesto, ya entenderás que al Conservatorio no he ido… no es menos cierto que mis estándares higiénicos, por decirlo suavemente, se desvían –si, okey, por abajo- de los comúnmente aceptados…. De acuerdo con todo lo antedicho, te consideras plenamente legitimado, después de observarme, oirme y olerme, para llamarme costras o perroflauta: no te prives de ello, entre otras cosas porque, aquí entre nosotros, y te lo digo sin acritud… lo que opines de mí y lo que me llames, sinceramente, me suda la polla.

De mi look, mejor ni hablamos, ¿verdad?... ya me parecía que a ti no te molaban estas mallas de licra con agujeros que me airean bien el culo, ni la chupilla vaquera con chapas. De las botas no te quejarás, son de la mili, de un colega que desertó de los paracas porque le daban mucha bulla… lo de las rastas, reconocerás que, por lo menos, son prácticas, ya te levantas peinado… no, piojos no se meten, no tienen cojones… en serio, siempre los pillan los chavales más limpitos del cole, se nota que les va el confort, unos burgueses, los piojos… camisetas tengo dos, para ir alternando… la de Soziedad Alkohólica, y otra de las fiestas del barrio, si, esa que dice “Fuck you, por mirar…”

Anda, coño, págate una birrita y siéntate aquí al lado, que no muerdo!. A eso aún no he llegado… no, él tampoco, el Devil es más bueno que el pan, es medio tonto… el otro día, a un madero que me pedía los papeles, este gilipollas saltándole al lado y casi lamiéndole, la cola le iba de un lado a otro… ¡No tiene consciencia de lucha, ni nada, seguro que al primero que le diese una hamburguesa, con él se iba…! Hace casi un año que está conmigo, y ya hemos trotado bastante…siempre es bueno tener alguien a tu lado que se conforme con que no le des demasiadas patadas, ¿no…?

No, claro que no soy de aquí, ya lo habrás notado por el acento, y por que no tengo coche guapeado, no te jode…. Soy de Barakaldo, con un par, que no es el mismo Bilbao, pero está allí al lado. Pasas Cruces y ya estás dentro… Barakaldo es un sitio que te marca… muy elegante no es que sea, la casa de mis viejos es de esas que parecen leprosas, donde metían a los obreros en tiempos del franquismo, ahora ya ni los meten, que se busquen la vida…. Pero tiene ambiente, tiene pulso, y tiene huevos… cuando yo era pequeño, con las luchas de La Naval, los maderos preferían dar la vuelta por Cantabria antes de entrar en Barakaldo, te lo juro… mi aita no, que siempre ha sido un cagao, pero mi tío Dani me contaba cómo les tiraban tuercas así como el puño con los tirachinas, y como cortaban el Puente con neumáticos ardiendo… aunque le echaron cojones, los fueron prejubilando, y ahora los tienes a todos criando panza a base de zuritos y jugando a las maquinitas… no se merecían esa suerte, te lo aseguro, una generación dura, combativa, solidaria… la vida es muy cabrona, te lo digo yo, y las mierdas más gordas son las que sobrenadan, eso ya lo tengo yo más que visto…

Pues ahí me crié yo, y ahí fui abriéndome a las realidades de la vida… no en la escuela, exactamente, que para el asunto de las letras nunca he sido muy bueno, y luego con la cosa del Euskara, aún peor… que vale que es mi lengua, aunque mis viejos sean de al lado de Plasencia, pero es que es difícil de cojones… claro que lo hablo, lo que todos, a ver… pero de corrido, ni loco, tú, con lo del Nor  y el Nori, ya te lo digo, siempre me he hecho la picha un lío, y acabo hablando como los indios en las películas racistas…

Ibai si que lo habla de coña pero es que sus viejos son de baserri, de caserío, vamos… Ibai es mi colega, casi más que el Devil, aunque aquí el que va detrás, soy yo, es la verdad… con él empecé a ir a la Herriko y de una cosa vino la otra… cuando entraban los Beltzas, los antidisturbios de la Erzaintza, ahí nos tenías a nosotros llamándoles de todo y tirándoles litronas… más de una vez les hicimos dar la vuelta, unos cabrones, esos cipayos… los cajeros automáticos de los bancos también iban de culo…. Te aseguro que, durante unos años, en Barakaldo, a partir de, pongamos, las siete de la tarde, mandábamos nosotros. Por la mañana era otra cosa, que tenías a media juventud sobando, pero la noche era nuestra…

De repente, Ibai empezó a decir cosas raras; que si la alternativa a la Sociedad tenía que ser más radical, que si había que romper con la cultura urbana, que si otros estilos de vida eran posibles… yo no se qué le dio, pero me lo imagino…me huelo que alguien de la Organización le dio un toque, y le dijo que si quería ir más a fondo… y a Ibai, sinceramente, creo que se le arrugó el ombligo. Y conste que no lo juzgo, te lo aseguro; es que los años han ido pasando, y ya no es lo que era, que antes la Organización era la hostia, y te daban el hierro y ya eras el rey del mambo, pero ahora la cosa está chunga, que ahí los tienes, en makos a tomar pol culo, y para la tira de años, y los viejos arriba y abajo en autocares, que parecen los del Imserso, y que ya ni siquiera pueden poner tu foto en la Herriko… creo que Ibai lo pensó con mucha calma, y decidió que debíamos iniciar una nueva lucha en ambientes más apacibles… la emancipación de los Pueblos, por supuesto, seguía importando,  pero aún más radical era luchar contra la esencia del Sistema, el control mundial de la producción de alimentos (nosotros, parte del Pueblo Oprimido mejor alimentado del Mundo, no habíamos reflexionado sobre el tema en profundidad) y, para eso, existían vías de lucha que pasaban por la emancipación individual, por construir modos de vida alternativos… y, además, empezábamos a estar muy vistos por la txakurrada, y el día menos pensado íbamos a tener un disgusto… “¡Aquí nos vamos a ir!”, dijo, poniendo un dedo en el mapa en este culo de mundo…

“¡La hostia, eso está en España…!”

“¿Y dónde está Plasencia, listillo…?”

Me contó que le habían dicho que allí había mogollón de pueblos abandonados, y que, bien mirado, no estaba tan lejos de Euskal Herria… la verdad es que tampoco abrimos un proceso de reflexión demasiado prolongado: se lo dijimos a los colegas, a los viejos –qué remedio, a alguien teníamos que pedirle algo de pasta para los primeros tiempos; la rapidez con que la aflojaron demuestra el alivio que sintieron…- y nos vinimos para aquí, de eso pronto hará dos años…

Nada más llegar, tuvimos un golpe de suerte; conocimos a la Miriam, que estaba buscando justamente lo mismo: la Miriam y yo nos lo montamos enseguida, y así seguimos, con independencia total, ya te puedes imaginar, sin lazos burgueses… pero, además, tenía cosas fundamentales: una furgona, hecha polvo, pero que aún funciona, si no tienes muchos escrúpulos con las iteuves, y un cierto knowhow, porque venía de Ibiza, y ya sabía vivir por su cuenta: con hilo de plata y piedras de colores hace collares y pendientes, muy chulos, las pijas se los quitan de las manos en las ferias… 

En el fondo ella también es una pija, y de Madrid, además… ha debido tener un mal rollo de cojones con su viejo, porque lo tiene agarrado por los huevos: cuando le llama por el móvil, al cabo de dos días tiene un giro de pasta que te cagas, a nuestro nivel, claro: no me ha querido explicar nada… “No hablemos de ese cerdo”, dice, y yo respeto su reserva, a ver… pero del cerdo hemos sacado el generador y las cabras, y eso ha cambiado nuestras perspectivas vitales, por decirlo de alguna manera.

Enseguida conectamos con la basca que andaba por aquí, y nos dieron la pista de un sitio muy guapo, una casa aislada, grande, casi caída, con un terreno alrededor que podía dar para un huerto, con agua cerca. Nos costó dar con el propietario, un pureta así como tú, y le enviamos a la Miriam para negociar, con una camiseta sin mangas que le marcaba los pezoncitos del par de peras que tiene, que aquí en lencería gastamos poco, y a la gente de tu edad esos argumentos siempre les impresionan… la cosa salió todo lo bien que cabía esperar, incluso mejor.. nos dijo que de alquilar con papeles, nada, porque tiene un mal rollo de herencia con unos parientes, pero que por él nos podíamos quedar, si no estropeábamos nada –ni una explosión nuclear podía estropear aquello, te lo juro…- pero que, si le pasaba por los cojones, nos ponía en la puta calle, o subía con la escopeta…lo interpretamos como lo más parecido que podíamos esperar a una bendición, la Miriam esquivó dos o tres tientos, y al día siguiente subimos a Casa San Petrillo.


Como te digo, había que ver como estaba aquello… en la era y el huerto había chordigas y barzas que podían esconderse dentro tigres, y de la casa más de la mitad del tejado de losas se había ido a tomar por culo… cerca de tres días nos costó desescombrar la cocina y una habitación pequeña, con el sitio justo para tender los sacos y, con unas lonas que tomamos prestadas por ahí, pudimos montar un lugar un poco decente, con la suerte de cara porque, al día siguiente, cayó una tormenta de cojones, que, si nos llega a pillar sin abrigo, lo hubiésemos pasado mal… fue la primera noche en que nos sentimos un poco amos de aquellas ruinas, viendo caer los rayos a nuestro alrededor, pero extrañamente seguros…aquello podía ser un hogar propio, y eso era algo que, en cierto sentido, ninguno de nosotros había tenido hasta entonces.


Desde luego, la cosa fue dura: no te he contado que, una temporada en que mi aita estaba más hasta los cojones de mí que de costumbre, me había metido de aprendiz en la carpintería de un vecino. Pues los seis meses que pasé allí cagándome en todo, con los huevos por corbata esperando el momento de dejarme dos o tres dedos en las putas máquinas, me sirvieron más de lo que habría pensado nunca: tenía una cierta idea y, con cuatro herramientas que nos prestaron unos hipis viejos que se enrollaron muy bien, poco a poco fui haciendo más habitable la ruina aquella, ayudado por la Miriam, que movía piedras como si en toda su vida no hubiese hecho otra cosa…


Pero el que nos dejó a todos asombrado fue el Ibai: se conoce que, cuando subía a ver a su aitona al baserri, el cabrón se fijaba en todo, y, unos días antes de venirnos aquí, subió a pedirle semillas y cosas de esas… se puso a limpiar el huerto y a sembrar alubias, pimientos, puerros… tomates no, que no le gustan, y dice que son cosa de maketos… con unas gomas y unos bidones de plástico cortados, montó un sistema de riego muy apañado y, mucho antes de lo que pensábamos, empezamos a ver crecer cosas nuestras, cosas que se podían comer, una alternativa a los bocatas de chopped con los que habíamos ido tirando hasta entonces. Ibai, claro, trabajaba a lo vasco, jurando, a base de echarle cojones, pero era eficaz, un campesino, un nekazari de una pieza, vamos, quien lo iba a decir…


En ésta estábamos cuando vinieron a vernos los pikolos: estuvieron muy profesionales; bordes, pero sin pasarse: nos pidieron los papeles, había que verles las caras cuando vieron que éramos de Barakaldo, “Yo estuve por allí-dijo el más viejo- un sitio bien majo, lástima de alguna gente…” Nosotros, silbando y mirando para otro lado... Nos dijeron que no nos pasásemos ni un pelo, y que ya hablarían con el dueño, para ver si era verdad el cuento que les habíamos contado… no han vuelto, señal de que el tío se enrolló bien; los vemos pasar de patrulla, y ya casi saludan… pero guardando las distancias, claro. Por si acaso, la maría la tenemos plantada muy lejos de la casa, discreción total…


Resuelto el tema de la producción agrícola, empezamos a orientarnos en las actividades ganaderas: nos vendieron un gallo muy chulo y ocho o diez gallinas y, preguntando, preguntando, dimos con un viejo que se quería vender unas cabras que tenía, dieciocho, con un macho y seis cabritos. La Miriam llamó a su viejo y, pocos días después, fuimos con la furgona a recoger nuestro rebaño… ya era echarle huevos, porque ya me dirás qué sabíamos nosotros de cabras, si no las habíamos visto de cerca en la vida, ni siquiera el Ibai… pero allá que nos fuimos, a embarcarnos en la nueva aventura… 

Lo de las gallinas era sencillo, comían las mierdas que encontraban en el suelo, y ponían huevos: si no les cogías los huevos, la cagabas, porque empezaban a empollar y ya no ponían huevos, pero entonces ya tenías enseguida pollitos, y vuelta a empezar; si eran pollos, se podían comer –no te cuento el día que matamos el primero, casi nos lo comemos con las tripas dentro-, y, si era gallina, más huevos. Y el gallo, a lo suyo; chulear y echar polvos. Sencillísimo…


Lo de las cabras, en el fondo, era igual: el trabajo fino lo hacía el buco montándolas: pero cada mañana había que sacarlas a comer por ahí: donde estaban los pinos de repoblación, ni pensarlo, porque ya nos dijeron que se nos podía caer el pelo: tenía que buscar- porque enseguida me nombraron cabrero, por aclamación-, sitios yermos, de cardos y barzas, y andar preguntando a los dueños si no tenían inconveniente… los márgenes de los caminos también daban mucho juego, porque esas cabronas se comen hasta los paquetes de cigarrillos o los clínex que dejan las senderistas cuando mean… pero se me escapaban sin parar, y me pasaba el día subiendo y bajando, corriendo detrás de ellas con una vara.


La cosa mejoró notablemente cuando encontré al Devil perdido en la carretera: no es que sea un perro de pastor, por supuesto: es el típico perro que un cabrón le compró a sus hijos, y que tuvo que abandonar por no aguantar más las quejas de la parienta… lo normal es que hubiese acabado debajo de algún coche, pero parece como si el jodido lo supiese, y se esfuerza en aprender y ser útil; ahora es él que sube y baja y corre detrás de las cabras, mientras yo hago como que le doy instrucciones, ya solo me falta el transistor para parecer un pastor de verdad…


El susto me lo llevé cuando se me puso de parto la primera cabra: lo hizo todo ella sola, pero yo tenía que estar allí al lado, viendo salir aquella bola sangrienta, con cara de estar ayudando… la cabrita salió casi dando brincos, y yo me la eché a los hombros y entré en casa con ella, orgulloso como si fuese el padre...


Entonces se nos abrieron nuevos horizontes; si vendes los cabritos, sacas algo de pasta y, además, puedes empezar a ordeñar la cabra: eso significa leche y… ¡queso!: hice unos moldes de madera muy chulos, y empezamos a probar: al principio, no te cuento lo que nos salía, pero pronto aprendimos, y pudimos empezar a venderlos bajo mano a turistas que no se preocupaban demasiado al ver la mugre que teníamos debajo de las uñas…que yo sepa, no hemos envenenado a nadie, más naturales y ecológicos no pueden ser nuestros quesos, la Humanidad ha convivido con la mierda desde la noche de los tiempos, y así seguirá, con permiso de la Comisión Europea… desde luego, no nos montamos en el dólar, pero tenemos algún eurillo para bajar a Boltaña de vez en cuando a tomarnos unas birritas, y, a propósito, podrías pagarte otra, que a éstas hace rato que les hemos visto el culo, ¿no?.


Hemos ampliado la plantilla: ahora suben a ayudarnos el Marc y el Yordi, dos catalanes, ahora no están, que se han bajado a las Fiestas de Gracia a montar bulla con los Mossos… a esos, para que te jodas, no puedes llamarles perriflautas, porque no tienen perro –el Marc tiene un gato-, y son percusionistas… con ellos hemos podido ampliar el huerto, pusimos un generador con pasta del viejo de la Miriam, y vamos ganando en calidad de vida, aunque seguimos cagando en el montón de compost, eso casi es también un elemento de alternativa al Sistema… Pero la verdad es que, poco a poco, alternativos lo vamos siendo menos: cuando encontramos algún curro, lo cogemos... construcción, hostelería, ya te puedes imaginar que de notario no nos sale... tampoco hay tanta diferencia ya con lo que hace la gente de aquí, y, poco a poco, nos vamos convirtiendo en parte de la Sociedad, una parte algo especial, pero parte, al fin... lo que sobra por aquí no es gente, y eso también ayuda...

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Venga, tío, como ya nos han traído las birras, te contaré una cosa que no le he contado a nadie: no estamos solos allí… quiero decir que hay alguien más, aparte de la Miriam, el Ibai y los catalanes… llevábamos pocos días allí, habíamos encendido fuego en la chimenea vieja, y yo fui el primero que los vio, dos sombras que parecían salir de dentro de las ruinas y se sentaron a nuestro lado, en el banco de madera podrida, junto al fuego... yo me giñé, no, de verdad, iba un poco suelto y se me fue el punto, tuve que lavar las mallas de licra… estuvieron allí un rato, sin decir nada, sin hacer nada, no se les veían las caras, y luego, desaparecieron tal como habían venido… nosotros tampoco dijimos nada, aquel día ni lo comentamos… si, claro, fumar habíamos fumado, pero no más de lo normal… además, han vuelto. Si, muchas veces, ahora ya les vemos las caras, son dos hombres y una mujer, con pinta de antiguos, no, no van vestidos de joteros, no jodas, pantalones de pana, jerseys viejos, uno lleva una txapela pequeña, de las de aquí… no nos molestan, pasan a nuestro lado, se sientan frente al fuego, a veces lo atizan con un palo… hace pocos días, la mujer me miró a la cara… si, mira cómo se me ponen los pelillos del brazo sólo de contártelo… Y me habló por primera vez. ¿Sabes qué me dijo? “¡Gracias!”. Solamente eso… te cagas, tío….


Boltaña, Agosto 2010  

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