martes, 7 de julio de 2015

Siena: il Duomo

Aún quedan cosas por ver en Siena...

Una breve calle en cuesta nos conduce desde Il Campo a la Piazza del Duomo; ante nosotros, una de las más bellas catedrales de Italia, y de las pocas góticas de la Toscana; como siempre, impera el blanquísimo mármol blanco de Carrara, con franjas generalmente verde oscuro. El efecto es de limpieza y pureza, seguramente el buscado por sus constructores, y el esquema se repite hasta en pequeñas capillas que hemos ido viendo durante estos días.




Nos preguntábamos qué habría sido de la arquitectura y la escultura romana e italiana sin ese bellísimo mármol, de un blanco deslumbrante... antes de entrar en Lucca, cuando la Autostrada corre paralela al mar, vimos, a lo lejos -pero no muy lejos- las altas cimas de los Alpes de Apulia; en sus vaguadas, casi llegando hasta su base, descubro extensas manchas de un blanco muy vivo... ¿neveros, tan abajo, y en esta época del año...? Pronto cruzamos Carrara, con sus grúas-puente en los enormes parques donde se corta el mármol, y empiezo a sospechar -después lo confirmaría- que lo que he visto en esas montañas no es nieve, sino vetas, enormes vetas de blanco mármol...  llevan siglos y siglos extrayendo ese mármol, y no parece en vías de agotarse: en el Duomo de Siena lo vemos transformado en bellas formas, algunas inquietantes en las gárgolas. En la fachada, pinturas policromadas y doradas, de una clara influencia bizantina...



Tras la Catedral, y haciendo imposible contemplar su ábside, se levanta una extraña estructura del mismo mármol blanco que, a primera vista -y por la experiencia en iglesias del país Vasco y Navarra, me hace pensar en un sobredimensionadísimo frontón: nada de eso; la explicación es mucho más sencilla: en plena fase de expansión económica y demográfica de Siena, sospecharon que el Duomo -pese a sus descomunales dimensiones-, se les iba a quedar pequeño, y empezaron a construir una nueva, de la cual la antigua sería el crucero...la Peste Negra, que diezmó la población, y el auge de Florencia después, acabaron con esos delirios de grandeza... me recuerda la triste historia de la inconclusa Basílica de Santa Teresa, en Alba de Tormes, tal y como me la contó un amigo sacerdote: un obispo, de la Orden de Predicadores, un auténtico pico de oro, recorrió la Cristiandad dando sermones y recogiendo fondos para su construcción: su sucesor, poco dotado para la elocuencia, pero que se tenía por buen jugador de cartas, quiso emular a su antecesor, jugándose al subastado los dineritos que quedaban, con el trágico resultado que todos conocemos; una obra que parece una tarta cortada por el gigantesco cuchillo de un titán, a la altura, más o menos, de un tercer piso...


No todos es siena en Siena...

Contrada de L'Aquila





Detrás de la catedral, en rápidas cuestas, descubrimos algunos de los edificios más antiguos de Siena: un rótulo en una fachada proclama que estamos en la Noble Contrada de l'Aquila... por allí ganamos el camino que nos lleva fuera del Casco Histórico y hacia nuestro coche: le hacemos un feo horroroso a Santa Caterina (de Siena), Patrona de l'Italia, al ni siquiera visitar su santuario, pero es que, llegando a Siena, hemos visto sobre una colina la bella silueta de Monteriggione, y Blanca ha recordado que es uno de los lugares que le han recomendado vivamente visitar: y hacia allí nos dirigimos, bajo un cielo amenazador que nos asusta con sus primeras gotitas antes de llegar al refugio seguro de la nostra bella e brava, aunque algo abollada, macchina...




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