viernes, 19 de febrero de 2016

El reloj del Pont d'Esplugues...

Últimas horas en Barcelona: paso por un lugar que ha jugado un papel importante en mi vida, y empiezo a reflexionar sobe hechos lejanos y cercanos...

Con el corazón encogido característico de mis visitas al dentista -aunque sea una persona tan encantadora como mi doctora Yulimar Bracho-, mi autobús cruza el Pont d'Esplugues, y veo, por el rabillo del ojo, su reloj, limpio, minimalista y funcional, y la placa que recuerda la novela de Ignasi Riera que lleva su nombre: "El rellotge del Pont d'Esplugues". Este puente ha sido un lugar simbólico en una  época especialmente decisiva en mi vida, y pensar en Nani Riera -y en los problemas que en su obra refleja, nada ajenos a los míos, por cierto- me lleva al PSUC, el partido en que ambos militamos en su momento... y a un suceso reciente, que ha conmovido Catalunya.

Si algo echo de menos cuando estoy lejos de Barcelona es su ordenado y relativamente pacífico tráfico, tan distinto del que ves y padeces en otras muchas ciudades de parecido o superior porte: pero esa engañosa civilidad no deja de encubrir peligros evidentes; recordemos que al propio Gaudí se lo llevó por delante un tranvía: hace muy poco, un atropello de bicicleta -de esas pacíficas y verdes bicicletas, cantadas por muchos de mis correligionarios- ha acabado con la vida de Muriel Casals, personaje emblemático del Procès, el Proceso político independentista que tiene encandilados e hiperventilados a, más o menos, la mitad de los ciudadanos de Catalunya, y sumidos, alternativamente, en la incredulidad y la zozobra a más o menos la otra mitad, entre los cuales, ¡ay!, me cuento.

No conocí personalmente a Muriel, y me extraña, porque hemos seguido trayectorias bastante comunes: posiblemente, por ser ella tres años mayor que yo, y esas distancias biográficas, a veces, pesan... estudiantes y profesores ambos de Ciencias Económicas, posteriormente militantes del PSUC... descubro, eso sí, que compartíamos gran número de conocidos y amigos comunes, cosa normal en una ciudad donde, a poco que rasques, todos nos movemos en círculos bastante compactos: sí fui durante un tiempo disciplinado militante bajo las amables órdenes de Emili, su compañero muchos años y padre de su hija... en el PSUC seguramente coincidimos, aunque lo cierto es que yo ingresé tarde, cuando los más espabilados ya iban saliendo; fui uno, aunque pocas uvas cogí, de los "vendimiadores de la última hora", como, en acertada parábola me llamó en una ocasión Alfonso Carlos Comín, acogiéndome en su seno: lo dijo ante un reducido grupo, pero mirándome fijamente, y él y yo sabíamos por qué; algún día me animaré  a contarlo.

Ayer mismo, Blanca Vilà, una querida amiga, publicaba en Facebook el artículo que a Muriel ha dedicado otra de las personas a las que aprecio especialmente, a nivel intelectual y humano; Francesc de Carreras, de cuya amistad, y la de su esposa, Aurita, disfruté durante un agradable y recordado espacio de tiempo: desde una posición política claramente opuesta a la que Muriel representó en sus últimos años de vida pública, Francesc hace un ejercicio de elegancia ante el oponente y de cariño hacia la amiga muerta, justo lo que podíamos esperar de él quienes le queremos y admiramos. Casi preferiría no establecer comparaciones con la lamentable columna que dedicó a Muriel un personajillo que ya rozaba la abyección bastante antes de caerse del caballo, abandonar su decidida vocación de "enfant terrible" convergent, y reaparecer como fustigador de catalanistas en la peor prensa madrileña... ni con las esperadas, pero no por ello menos chocantes, reacciones hagiográficas del entorno oficial del Procès, lluvia de medallas de oro incluida...

Soy el primero en no sorprenderme de que del PSUC -aquel Partido que, en algunos momentos, monopolizó buena parte del espectro político de la Catalunya que no estaba muy a gustito dentro del caldo del Franquismo- haya salido tanto independentista... algo se debió oler el bueno de Stalin, cuando lo vigilaba tan estrechamente; y una duda terrible me asalta...¿Podría llegar yo a experimentar una evolución semejante...? conocedor de mi trayectoria personal y de mi escaso criterio en materia política, ¿me atrevería, honestamente, a descartarlo...? Estoy por decir que casi me alegraría; sería buena señal de que el Procès habría alcanzado, bastantes días antes, el punto más alto de su trayectoria parabólica, y los ánimos mayoritarios se orientarían ya a buscar soluciones en las zonas más templadas y razonables, aunque escasamente épicas, del diálogo y la convivencia...


lunes, 8 de febrero de 2016

Argentina previsitada...

Dentro de pocos días, si todo va bien, estaré volando hacia Argentina...




Un viaje mil veces soñado es un viaje ya casi medio disfrutado: viajé por sorpresa a Kenia, un país que me atraía profundamente, pero que no estaba en mis planes poder visitar, y nos fuimos al Japón casi sin pensarlo, en una decisión rápida de la que nunca nos arrepentiremos. Pero -al igual que a la Toscana- siempre he pensado que iría a Argentina, faltaba buscar el cuándo y el cómo; parece que ya los tenemos aquí.

¿Qué busco en la Argentina...? cosas muy diferentes: bajaremos en los primeros días hasta Ushuaia, en la punta argentina de Tierra de Fuego, y navegaremos por el Canal del Beagle, sintiendo la atracción del gran vacío que se abre hacia el Sur, hacia los hielos de la Antártida, el auténtico Fín del Mundo... es curioso, pero he conocido a cuatro personas que han estado allí, lo cual debe suponer un porcentaje importante de sus escasísimos visitantes, incluyendo a dos -dos militares- que llegaron hasta el Polo Sur... a todos les he preguntado lo mismo: "¿Cómo es aquello...?" "Solitario, duro, puro..." ha sido su respuesta. Tierras -por decir algo- donde estás solo contigo mismo, si excluyes el hielo y cuatro pingüinos, tierras para conocerte mejor, en profundidad... suerte que no podré pisarlas nunca, prefiero conocerme solo superficialmente, la verdad... pero me apetece sentir mis pies firmes en la tierra fueguina -o en la cubierta del barquito de turistas- y, regado por los rociones de las olas, mirar hacia el Sur infinito... tengo también la obsesión de ver brillar, en el firmamento, la Cruz del Sur; en Kenia la entreví una sola vez, pero enseguida se nublaba; ahora me esperan días de luna llena, que no son los mejores para ver a Acrux y sus compañeras, y con un tiempo de perros, pese a estar en pleno Verano Austral, pero espero tener más oportunidades de seguir un rumbo hasta ahora desconocido para mí, que llevo toda una vida mirando al Norte.


Pero la estancia más larga la tendremos en El Calafate: busco en esas tierras el sentimiento de la soledad ante la inmensidad de los paisajes... para mí, la Naturaleza con mayúsculas han sido siempre los Pirineos, pero basta con sobrevolarlos en avión para situarlos en su justa perspectiva... recuerdo, hace años, que una institución pública organizaba "cursos de supervivencia"... en una estación de esquí: mi iconoclasta hermano Ricardo se partía el pecho... "¡No hay ningún punto de los Pirineos que esté a más de seis horas andando de un Supermercado...!", decía, exagerando, pero no mucho... Los Alpes te devuelven el sentido de la Montaña Salvaje... si eliminas, con un photoshop mental, telesillas y trenecitos que se encaraman a prácticamente todas sus cumbres. Entre las inmensidades patagónicas, espero disfrutar del mismo sentimiento que experimentaba cuando, en vuelo hacia Tokio, la pantalla del avión me informaba de que estaba cruzando la Siberia de Miguel Strogoff: visitaremos Perito Moreno, un glaciar que -cosa insólita- avanza, pero también haremos dos excursiones más largas, cada una de un día en carretera, que hasta hace pocos años ni siquiera estaba asfaltada, hacia El Chaltén, al pie del "Monte Humeante" que los primeros europeos llamaron Fitzroy y, en otra jornada de culos planos, muchas horas en coche hasta las Torres del Paine, ya entrando en Chile, viendo las últimas cumbres de los Andes. Modestos tresmiles, pero de perfiles verticales imposibles que hunden sus pies en los fiordos del Pacífico...


Y, al principio y al final, Buenos Aires. Si, como creo cada vez con más seguridad, la verdadera Patria es nuestra lengua materna, Buenos Aires es la mayor ciudad de mi Patria particular, si dejamos en otra categoría México D.F., que más que una ciudad es ya un mundo... antes de hacer un viaje, me gusta bucear un poco en la cultura local: en este caso, no es necesario, porque la Cultura argentina es, en gran medida, también mía... sin Borges y sin Cortázar no se entenderían mis primeros años de empedernido lector, y sin Manuel Puig me hubiese costado más desprenderme de mi homofobia primitiva, en la doble acepción de la palabra; inicial, y propia tan sólo de seres primitivos. Y me siento muy orgulloso de que "Los libros del Lince", la pequeña editorial de la cual somos pequeños accionistas, haya publicado hace poco una deslumbrante novela de Matías Néspolo, al que auguro una larga carrera como narrador..; tengo perdida la cuenta de las veces que habré cantado "Caminito" antes de pisar las calles de La Boca, y ya sabéis ante la puerta de qué número de Corrientes me detendré, sin necesidad de subir al segundo piso por el ascensor... mi visión de la vida sería distinta sin los dibujos de Quino, sin la desquiciada e irresistible música de Les Luthiers, y en mi corazón de rojo liberal hay siempre una velita ante el altar del Ché, "que era argentino y cubano": no puedo ver unas vaquitas yéndose por una senda sin recordar a Atahualpa Yupanqui, el vasco más argentino de la historia; no hace 48 horas que veía a Darín practicando el deporte de Levantamiento de Goyas... ¡Y aún suerte que nunca me ha importado el fútbol...!


Tengo ya, antes de ir, mi propia Argentina, el poso que en mí han dejado desde los primeros conocidos emigrantes que volvían a la triste España de los años 50 contando maravillas, y regalándome un billete de 1 Peso, hasta las Argentinas que me han contagiado tantos y tantos amigos, de todos los colores, a través de los cuales pude vivir su tragedia de los años 70, no tan distinta de la nuestra de los años 30: los periodistas radicales -¡qué guapa, ella...!- que me enseñaban a cantar la "Marcha de la Libertad", y que discutían con el conserje peronista -de Perón y, sobre todo, de Evita- de nuestra residencia, tomando mate cocido, al que tanto me aficioné; mi amigo "zurdo"-y judío, por más señas- que tuvo que poner Océano por medio para salvar su vida, casi el único de su grupo de amigos; el torturado torturador que, en una noche inolvidable, lloraba sobre mí descargando sus culpas... hasta su Guerra de las Malvinas fue un poco mía, porque puso en tensión todas mis costuras mentales... ¿Una Dictadura atacando a una Democracia, y yo dudando? pues si... hasta que me dejé llevar por mis simpatías y, lo confieso, por mi solidaridad entre europeos: ¿Y quién es más europeo, el que está a miles de millas pero siempre quiso serlo y, a la que puede, se planta en Madrid o en París, o el que está a pocos kilómetros, pero a regañadientes, pendiente siempre del primo rico, y dando por saco sin parar...?

Sé que encontraré una Argentina inmersa en varias crisis: la recurrente económica y social, originada por el contacto explosivo entre sus doradas esperanzas de futuro y su deprimente realidad actual; la creada por el reciente cambio político, la propia crisis demográfica -una emigración, que allí corre de Norte a Sur, qué cosas, y que la está haciendo cada vez más americana, más nativa, más reconciliada con sus raíces de antes de los barcos-... es igual; sea cual sea, siempre ha sido, siempre será mi Argentina... ¡esperá, que ya voy llegando...!







lunes, 1 de febrero de 2016

Paseando por mi barrio (2)

Sigo calle Alfonso XII arriba...




La plaza de Molina (arquitecto del Siglo XIX) la domina un imponente edificio amarillo; me han dicho que es obra primeriza de Sert. A sus pies, el elegante templete que alberga una estación de los Ferrocarrils de la Generalitat,donde sólo para una línea urbana; las suburbanas pasan de largo, no se muy bien por qué.

Las terracitas de ese lado soleado de la plaza están siempre llenas; predominan los chicos y -¡guau! chicas de mi edad; unos, estrictos controladores de la PSA; las otras, en ese terreno indefinido entre Evax y Tena Lady. Podría intentar ligar con ellas, comparando nuestras recetas de Tratamientos de Larga Duración del Servei Catalá de la Salut, no sé, algo así... Las chicas de la generación anterior -ya quedan pocos chicos- van, en muchos casos, en sillitas de ruedas, propulsadas por sufridos y pacientes hijos e hijas del Altiplano andino. Muchas veces los veo conversar animadamente; ante la imposibilidad de usar sus nativos Catalán y Quechua -o Aymará-, recurren, como "lingua franca", al tosco Castellano de sus comunes invasores; no puedo por menos de recordar un documental visto recientemente, donde un prestigioso antropólogo catalán, tras experimentar una auténtica Epifanía nacional, informaba a sus conocidos de que ya no volvería a usar el Español, por ser "un idioma imperialista"; lo involuntariamente cómico es que se lo decía, en Inglés, a los ingleses... los imagino levantando una ceja y diciendo, displicentes,  "Indeed?".

En este mismo edificio, en un Cock d'Or (la grafía era imprecisa) quedaba yo hace muchos, muchos años, con una chica que me gustaba mucho; investigando en Internet, descubrí que pintaba unos cuadros muy interesantes; le envié un messenger alabándoselos, pero no ha contestado. A veces funciona, a veces no, lo siento, pero gracias a las redes sociales, tan denostadas, he restablecido contactos con personas que han sido importantes en mi vida... te reconforta pensar que también has sido parte, por pequeña que sea, de algunos buenos recuerdos de los demás... brindemos por esos buenos recuerdos, aunque sea con un café, en la Plaza Molina, rodeados de viejos, inminentes colegas.



La Calle Balmes tiene su belleza en su utilidad, cosa que no puede decirse de todo el mundo... si no hay atascos, desde la Ronda de Dalt -el límite de Barcelona por debajo de Collserola - a Plaça Catalunya no estarás más de quince minutos en autobús, y una horita andando, que también es asumible, y todo cuesta abajo... Por mi barrio conserva la trayectoria curva de una antigua zanja de tren recubierta, y, pasada Diagonal, hacia abajo, se rectifica integrándose en la cartesiana trama de l'Eixample. En una pared de aguas -esa horrible herencia del crecimiento urbanístico anárquico-, un anuncio viejuno... "¡Terry me vá!", decía un tío... "¡Usted sí que sabe!", contestaba, picarona una jovencita... Era un coñac, cosa que tomábamos entonces... creo que solo conozco a mi prima Reyes que le siga fiel, aunque ella era más de "Magno".




La Ronda del General Mitre -también conocida como Ronda del Mig- cruza Balmes; pensada en su momento como vía rápida, conserva de tal época una mediana con palmeras. Única vía barcelonesa con nombre de militar -de las decenas que había en mis años mozos- tiene la supervivencia garantizada, por ser su titular argentino -como nuestro primer Teniente de Alcalde- y masón... Personaje legendario, enemigo de federalistas y confederales, llegó a ser amigo de Garibaldi... falleció -vaya por Dios- de colitis, y está enterrado en el cementerio de la Recoleta... dentro de pocos días seré vecino suyo, y prometo ir a hacerle una visita. En un piso de General Mitre conocí a Laura, mi primera mujer, y en otro, cerca de donde está hecha esta foto, nació Blanca. También Jordi Pujol vive en ella, hay Ronda General Mitre para todos los gustos.






En el parking de este inocente edificio, en las faldas ya del Putxet, un montículo recubierto de edificios residenciales y un hermoso parque, se cometieron años atrás dos horribles crímenes: en días muy próximos fueron asesinadas dos señoras, de parecida edad y aspecto, pero que aparcaban sus coches en distintas plantas, lo que dio pie a fantásticas elucubraciones sobre crímenes por encargo con inicial error en la víctima: la verdad, todavía más sórdida, era que un asesino que pretendía robar a sus víctimas las había elegido aleatoriamente... en los lugares donde se ha manifestado el Mal queda siempre flotando un algo impalpable, sientes un escalofrío recorriendo tu espina dorsal cuando pasas junto a ellos... brrrrr!






Junto a Balmes está el Parque de Monteroles, en una pequeña afloración rocosa, que lo hace montaraz y poco apto para viejos en Fase Dos. Desde las ventanas de su salón, mi amigo Miguel veía a los alumnos del vecino instituto dedicarse a fumar botánica recreativa, entre ellos a algún hijo nuestro... sacristán antes que fraile, se reía, y luego lo comentábamos... Desde lo alto del Turó de Monteroles, forzando la vista, se entrevé el mar, detrás de la increíble polución que cubre una Barcelona donde hace cerca de tres meses que no llueve ni una gota. Junto a una chica muy, muy rubia, que lee apoyada en su bicicleta, se posa una mariposa, una Vanessa atalanta... consigo fotografiarla, tras varios cómicos intentos, y la chica se ríe... al lado del parque está el Colegio Mayor Monterols, del Opus Dei: lo frecuentaba cuando Ximo, el "head hunter" que teníamos destacado en la Facultad de Derecho, me tiraba descaradamente los tejos. Nos invitaban a merendar, pero, antes, teníamos que cantar todos el "Pange lingua"... yo, con tal de comer de gorra... No lo tenían mal los del Opus conmigo, porque yo había sido un muchacho muy piadoso y, además, es un invento de uno de Barbastro, y a mí siempre me han caído muy bien los del Barranqué. Y, bien mirado, hubiese sido un muy competente Subsecretario de cualquier Ministerio... me tiró p'atrás lo del cilicio, yo, que tiemblo ante la idea de ir al dentista... una puerta que se me cerró, o dos, si contamos la del Cielo, en fin...

Casa Sagnier, ya de vuelta... Aquí ich lerne Deutsch!