miércoles, 8 de julio de 2015

Monteriggioni di Torri si corona...

Saliendo de siena, un pueblo bellísimo... y pequeño.



Si quieres dedicarte al turismo, un buen eslogan te viene como anillo al dedo: a mí siempre me han gustado mucho los de las hermosas postales, en blanco y negro, fotos de Adolfo Zerkowitz de Sobrarbe en General y Boltaña en Particular, distribuidas desde Broto por Silverio Pascual: "El Corazón del Pirineo Aragonés", para Sobrarbe, y, para Boltaña, simplemente, "Clima delicioso"...

Pero si el eslogan te lo deja hecho el mismísimo Dante... así dice,  en su Divina Comedia, que "Monteriggione di Torri si corona"...y, cuando ves su bella silueta desde el valle, no puedes dejar de pensar en qué hermosa corona mural -como la que adornaba el Escudo de la República- se ha organizado allí: tengo que preguntarle a mi suegro Sergi cómo recogió la frase su abuelo, el Marqués de Balanzó, cuando tradujo al Catalán la inmortal obra de Dante que -ya os lo adelanto-constituye una de mis numerosísimas lagunas culturales, quizás porque, en un primer intento, no conseguí encontrarle el lado cómico, si exceptuamos los chistecillos groseros y homófobos sobre Dantes y Tomantes... pero siempre se está a tiempo de dejarse llevar por el encanto de su métrica, no lo descarto en lo absoluto...

En el parking de pago, enorme y bello en su selvático entorno, nos espera la primera sorpresa: un benemérito caballero, que está ya saliendo con su coche, nos regala un tíquet con un número muy elevado de horas aún disponibles... se lo agradecemos profundamente, pero no dejo de preguntarme qué esperaba el buen hombre encontrar allí, si ya desde fuera se ve que el pueblo es bonito, pero pequeñito... cuando las primeras gotas de una lluvia largamente anunciada nos hagan marchar, hora y pico después, intentaremos pasar el tíquet a un nuevo usuario... pero nadie llega, y optamos por dejarlo, bien visible, encima de la máquina. Hemos gozado de esa solidaridad entre viajeros desconocidos en otras ocasiones -recuerdo el Puente de Berna-, y siempre es agradable comprobar que los buenos sentimientos -o el rechazo a la rapacidad municipal- persisten entre nosotros...




Monteriggione es una plaza y una calle... edificios de piedra, una pequeña iglesia, varios restaurantes y bares, tiendas de delicatessen locales y, en la calle paralela, varias hermosas casas, con aspecto de ser residencias secundarias... supongo que, a primera hora de la mañana, el primer tendero o restaurador abre las pesadas puertas de madera de la torre y, al caer la noche, el último apaga cuidadosamente el alumbrado público y las vuelve a cerrar con llave, dejándola bajo el felpudo.  Desde cualquier punto estas viendo -por dentro- sus murallas, y, en dos lugares, un andamio te permite recorrerlas por unas escasas decenas de metros, a un precio similar al que nos costará, dos días después, gozar de horas y horas de delirio estético en los Ufizzi... como somos turistas, pero no gilipollas, nos privamos de la experiencia... un cartel indica que pasa por allí la Vía Francígena, un antiguo camino de romeros -que, como su nombre indica, peregrinaban a Roma- que ya habíamos visto en Lucca: estando allí nosotros, llega un numeroso grupo de senderistas que siguen la Vía: la próxima etapa los llevará a Siena, un trayecto que, en coche, hemos hecho en unos veinte minutos,,, bastante accesible lo veo...



Por otro evento es famosa también Monteriggioine: al parecer, se rodaron aquí algunas escenas de "La Vita é Bella": hoy voy de lagunas culturales; no la he visto, y por tres motivos: Uno, mi acusada emotividad; sé que acaba mal y, si puedo, me evito sufrimientos innecesarios. Dos, ideológico: si me viese en semejante trance, le explicaría a mi hijo la situación, para que, por lo menos, pudiese morir conscientemente y con dignidad, en vez de creer que participaba en una especie de concurso televisivo de pésimo gusto... y Tres, el más inconfesable; el histrionismo de Benigni me pone mucho de los nervios... ¡lo siento!. De todas maneras, punto a favor del localizador de exteriores...

Un cartel te invita a entrar, gratis, en una exposición sobre Los Misterios de los Templarios... ¡Alto ahí!... conozco bastante sobre los Misterios de los Templarios, por lo menos, los Hechos Probados en los autos judiciales, como para, encima, entrar a verlos... no quiero ni pensar en que me obligasen a saludar a su adorado Demonio Bafometh con el infame Ósculo Negro en sus peludas y hediondas posaderas, ni que me llevasen a dar una vuelta montando dos muy juntitos en el mismo caballo, en postura más adecuada para un paseo por el Real de la Feria de Abril -o el desfile del Pride, si vamos a ver- que para una carga contra los Agarenos en Tierra Santa, ni que me ofreciesen la posibilidad de hablar con las cabezas cortadas -¡algunas de dos y tres caras!- con las que, mediante trucos nigrománticos mantenían conversaciones proféticas...ni siquiera que me enseñasen algunas de sus triquiñuelas financieras, que de ahí vino el problemilla que tuvieron... al parecer, el Rey de Francia se endeudó con ellos bastante por encima de sus posibilidades, y malmetió delante del Papa, calentándole los cascos, hasta que al Santo Varón no le quedó más remedio que acceder a sus peticiones, disolver la Orden del Temple, y mandar a la hoguera a su Maestre y muchos de sus caballeros, con la excusa de que eran blasfemos y sodomitas, magnífico sistema para reestructurar la deuda que muy bien podría utilizar Tsipras...



En vez de contemplar semejantes horrores, nos tomamos un gelatti en la terraza de un bar, disfrutando de la belleza del lugar y de la visión de los otros turistas, hasta que empiezan a caer gruesas gotas de lluvia; salimos por piernas hacia el coche, abandonamos Monteriggione, que de Torres se Corona, y nos dirigimos hacia Il Casolare; llegaremos cuando haya escampado, y aún tendré tiempo de darme un baño en la piscina, contemplando otras bellas torres, en este caso las de San Gimignano, antes de ir a cenar a La Lucciolaia... no se vive mal en la Toscana, no...







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