martes, 17 de abril de 2018

"¡A Pepe Rubianes con Juan de Borbón, por favor...!"



No todos los días le ponen una calle a un amigo tuyo... la lástima es que la anécdota de la alcaldesa tonta que se hace un lío con militares y movimientos políticos haya empañado el hecho...





Mi primer recuerdo de Pepe Rubianes... era exactamente como el gato de Cheshire: entré a oscuras en el Aula magna de la Facultad de Económicas, donde ensayábamos los del TUC, el Teatro Universitario de Cámara, y un amigo me presentó a una sonrisa, con muchos más dientes de los habituales, que flotaba en medio de las tinieblas... "¡Pepe, Antonio...!" fueron las poco imaginativas primeras palabras que cruzamos... recuerdo perfectamente ese día, porque me enamoré: no de Pepe, por supuesto, vaya par de heteros estábamos hechos: de una chica... el amor no me duró mucho, no cuajó... pero aún sigo siendo amigo de Pepe, por años que lleve muerto...

Dejando aparte los alocados años del TUC - yo militaba en el Teatro desde Septiembre hasta el impreciso día en Febrero en que me despertaba en la cama con sudores fríos, y me daba cuenta de que debía ponerme a estudiar como un cabrón para sacar adelante las dos carreras en que estaba metido-  mis amistades con Pepe eran, generalmente, nocturnas, muy habitualmente, de fiesta, con cierta frecuencia, algo etílicas... era amistad entre amigos, porque todo el Mundo quería ser amigo de Pepe, y generalmente todo el Mundo lo lograba... no teníamos intimidad, pero Pepe sabía siempre, por gente que le rodease, acercarse a ti, estar allí... esas amistades de edad temprana, que te van marcando poco a poco...

La vida se nos fue complicando; él siguió en el Teatro; yo no me alejé demasiado: docencia universitaria, administración pública... ya no nos veíamos apenas sólo en reencuentros gozosos, generalmente nocturnos, festivos, etílicos... pronto esos encuentros fueron ya casi imposibles... me llegaban noticias por terceros: "¡Pepe actúa en tal sitio! ¡Pepe actúa en tal otro...!"...

Nos reencontramos en el lugar más imprevisible: las Eras Altas de Boltaña... Pepe estaba empezando a volar solo, aunque un "bolo" en mi pueblo, por mucho que a mí me guste, tampoco era un éxito profesional en toda línea... cuando me vio, casi se cae de la sorpresa... nos abrazamos, riendo como locos... "¡Parece "Ésta es su vida"!, decía, recordando aquel programa de la tele en que hacían aparecer ante el homenajeado viejos amigos... me dedicó la función, ante el asombro de los más conservadores de mis convecinos, que no entendían que el chico de Revilla, tan formal, fuese amigo de aquel cómico que juraba como un carretero y se reía de lo más sagrado... después, algunas copas, y la promesa, siempre la misma, siempre tan difícil de cumplir, de vernos más a menudo...

A partir de entonces, cada vez que Pepe estrenaba en Barcelona, esperaba yo tres o cuatro días para comprar mi entrada... jamás lo avisé, ni se me ocurrió pedirle una entrada gratis, de la misma manera -supongo- que él no intentaba pagar menos impuestos alegando que tenía un amigo funcionario -de hecho, tenía muchos-... tardaba pocos minutos en descubrirme entre el público... "¡Coooño, si está ahí mi amigo Antonio...!", gritaba, haciendo que todas las miradas de la sala me perforasen... a partir de entonces, la función era un diálogo monodireccional.... "¿Antonio, te acuerdas de esto...? ¿Te acuerdas de lo otro...?... ¿Cooooño, no te rías tanto, que te va a dar algo...!" Mis vecinos de asiento se mosqueaban, suponían que yo era parte de la compañía, que estaba todo preparado... quedábamos a continuación, generalmente en el "Raval", el bar de su ex: unas veces venía, otras no... es igual, yo sabía que nuestras vidas se regían por parámetros distintos... ya nos veríamos con más calma la próxima vez... o no, como el día de Sant Jordi, en que me lo encontré firmando libros en pleno Passeig de Gràcia, y también la liamos buena, abrazándonos entre carcajadas entre sus admiradores... nunca leí un libro suyo, por cierto, tampoco sé cuantos escribió, y siempre me propongo buscarlos y comprarlos, ahora que ya es de lo poco que me puede quedar de él...

Pepe se vino a vivir a Enric Granados, a pocos metros de mi despacho, y eso facilitó diversos encuentros fortuitos, diversos cafés, abrazos, risas, las eternas promesas de vernos más... un día sucedió algo absolutamente inesperado: me llamó para pedirme un pequeño favor... es de las cosas que más me gustan, que me pidan favores los amigos... hice lo que pude... al poco tiempo, me pidió otro, haciéndome aún más feliz...

Hasta que, un día, me llamó para algo completamente diferente; reunía a un grupo de viejos amigos del TUC, para invitarnos a un ensayo de su nuevo proyecto: por primera vez, una obra "seria" del "¡Rubiales, payaso...!" como le llamaban los curas de su colegio... "Lorca somos todos", una obra trabajada, documentada, emocionante, protagonizada por una actriz pequeñita, con acento andaluz -real o perfectamente imitado- caracterizada como el Poeta; ninguna referencia zafia hacia su orientación sexual, por supuesto: esa difícil combinación de sensibilidad a flor de piel y fortaleza de acero que sólo una mujer puede encarnar... por primera vez no me reía en una obra de Pepe, aunque no era la primera vez que se me saltaban las lágrimas... sus amigos del TUC lo abrazamos al terminar la función, creyendo que estábamos asistiendo al nacimiento de un nuevo Pepe, un Pepe que, como me dijo aquel día, entroncaba con nuestros recitales poéticos en el TUC: Celaya, Blas de Otero, Miguel Hernández, Lorca, por supuesto... ¿Cómo íbamos a sospechar que el nuevo Pepe era, también, por desgracia, el último Pepe...?

A partir de aquel momento, Pepe sólo me dio disgustos...

El primero, además, lo presencié en directo, cosa rara porque ese botón, en mi mando a distancia, cría telarañas: bastante tengo con pagarla, para encima tener que verla... a ver cómo lo explico yo: Lola Gaos, toda una señora, dijo que no le importaría hacer un papel de fascista en una obra progresista, pero que jamás haría de comunista en una obra fascista... las cosas que dijo Pepe en TV3, dichas en TV1, por no decir en la 13, me hubiesen hecho soltar la carcajada: pero en ese lugar, con ese presentador, ante la audiencia de Tietes Maries de comarques, propia de la cadena y la hora, gente más de Joan Capri que de él... mi sensación, y lo digo con pena, fue de concesión innecesaria, ante el aplauso facilón y el gesto de alegría del presentador, orgulloso de poder ofrecer a sus amos el espectáculo de un perfecto "maldito" debidamente domado y en línea con el espíritu de la Casa... pero a Pepe todo se lo perdonaba... me olía la campaña que se iba a organizar contra él, y me faltó tiempo para enviarle un wasap: breve, tampoco quería felicitarle, porque no lo sentía. "¡Un abrazo!", puse, espero que lo entendiese...

El último disgusto me pilló en Nueva York, en un museo, ante un cuadro de Hopper, uno de mis favoritos... llamaba mi hijo Borja, muy relacionado entonces con La Barceloneta... Pepe había muerto... sabía, como todos, de su enfermedad, pero las últimas noticias habían sido esperanzadoras... el tratamiento estaba funcionando... ya se vio que no... quedaban ya definitivamente suspendidas todas las copas, todos los abrazos, todas las risas que nos quedaban pendientes... quedaba pendiente también decirle que, a veces, en malas compañías, lo mejor es no reirles las gracias... y quedaba tomarle el pelo con su nueva calle, vaya esquina más guapa te han buscado, con Don Juan de Borbón... a poco que fuese tan golfo como su hijo, de cuantas cosas podríais hablar... no me importaría nada asistir a esas charlas... "¡Ya ves, para darme una calle, se la han quitado a tu colega, porque tú también eras almirante.. casi póstumo, pero almirante... el día menos pensado, te la quitan a tí y se la ponen a Lluis Llac, que también navega... hacia Itaca... o al Mas, otro marino, todo el día con el timón a cuestas, buena es esa, con tal de quedar bien... por lo menos, de ti no dirán que eras franquista, que os llevábais como el perro y el gato, y te tuvo toda la vida en la cola del INEM, qué cabrón el viejo... por lo menos te dejó al niño colocado, siempre es de agradecer... ¿Pedimos otra, Señor...?"