jueves, 2 de julio de 2015

San Gimignano.




Si os gustan los Pueblos Bonitos, si os gustan los Parques Temáticos, si os gustan los salchichones de jabalí y las espadas de madera... sin dudar, San Gimignano. Pero hay algo más, siempre hay algo más...




Salimos de Volterra y, al poco, empieza a llover; cruzamos ahora un terreno muy diferente; las montañas están cubiertas de bosques frondosos, de robles y castaños, y la carretera sube y baja, haciendo eternos los pocos kilómetros del recorrido. Toda la carretera tiene raya continua, pero eso no impide que, constantemente, me adelanten coches a velocidades ligeramente insensatas… llego a comentar con Blanca que quizás la raya continua no tiene el mismo sentido que en España, pero creo que no es así; simplemente, deben considerarlo una recomendación “Quizás sería mejor que esperases, para adelantar, a ver si viene alguien por detrás de aquella curva… ¡pero tu verás, faltaría más…!”

Nada más pasar el cartel que indica -supongo- el término municipal de San Gimignano, que imagino extensísimo, atravesamos un verde valle ocupado, casi en su totalidad, por feísimos edificios grises rodeados de alambradas, sin que falten las populares “concertinas”, o las “concertinas” populares yo ya me entiendo… Es un centro peninenciario, que imagino lleno hasta arriba de mafiosos, tan lejos de sus soleadas tierras, en aplicación de una política de dispersión. Recuerdo el tenebroso nombre popular que reciben en Italia las cárceles: “La Galera”…. se los imagina uno remando o, como se decía en nuestro Siglo de Oro, “Apaleando sardinas”… Ufff! 

Patrullando por la carretera vemos algunos vehículos de la “Polizia Penitenciaria”: me hago cruces ante la variedad de cuerpos policiales que hay en Italia: las Policías Locales, con graciosos cascos blancos de opereta, parecidos a los que se veían en Barcelona en los años cincuenta: Polizia Nazionale, la policía generalista, a la mayoría de cuyos integrantes -Montalbano, Brunetti…- conocemos como si fuesen de la familia: Carabinieri, un cuerpo policial con estructura y funciones también militares, como nuestra Guardia Civil o la Gendarmerie francesa: Guardia de Finanza: los vi un día en Roma, elegantes como embajadores en uniforme de gran gala; Polizia Stradale, que patrullan las autostradas en coche, pero con botas de montar hasta la rodilla, por el aquello de la estética… , ahora, Polizia Penitenciaria… no debe haber forma humana de coordinar algo así, seguro…

A la vuelta de una curva, ante nosotros, San Gimignano, la imagen tantas veces vista de sus murallas y sus innumerables -bueno, no tanto, pongamos que quince- torres… sigue lloviendo, y queremos encontrar Il Casolare di Remignoli, donde tenemos reservada habitación para dos noches…







Por Google Earth he localizado el lugar, realmente muy cerca de San Gimignano: incluso sé en qué SP (Strada Provinziale) se encuentra, información que sería de suma utilidad si por estas tierras tuviesen la peregrina costumbre de exhibir en lugares visibles la numeración de las carreteras, lo cual no es el caso… tienen curiosas peculiaridades en cuanto a señalización: en España, se eliminaron los árboles en los arcenes, ante la aterradora cifra de muertos que costaban tan bellas arboledas; en Italia, simplemente, colocan una señal: “Árboles en el arcén”, por si alguien no los había visto… si una rama de un árbol vuela muy baja sobre la carretera, no problem; cartelito de “Alberi fuori sagoma”, y a dejarte la baca del camper, a no ser que, por pura chiripa, sepas que “sagoma” viene a ser el gálibo, y tengas tan fresco el carnet que recuerdes qué quiere decir gálibo…

En pocas palabras: me pierdo, como suelo, y empiezo a dar vueltas, porque San Gimignano, como buena villa amurallada, se rodea en su totalidad… a la segunda vuelta, empezamos a preguntar, pero no será hasta la tercera cuando, saliendo del coche bajo un verdadero diluvio, que me deja empapado en un momento, un amable empleado de una gasolinera me informe de que estamos dando las vueltas en sentido contrario, y que, yendo hacia atrás, hay que buscar la palabra mágica, “Ulignano”, que es la aldea que está más cerca de nuestro destino, y la única que está señalizada, en una curva de cerca de 180º, eso sí…


S. Gimignano desde Il Casolare. Foto, Blanca de Balanzó


Llegamos al Casolare, se sigue cayendo el cielo y, poco rato después, escampa. Como ni un descerebrado como yo se atreve a meterse en la piscina después de semejante tormentón, propongo realizar ya la visita a San Gimignano, aprovechando la ventana meteorológica, porque ya se están levantando nuevas nubes…




¿Qué deciros de San Gimignano…? Aparcamientos de pago, hermosa villa medieval, torres por doquier, calles empedradas, casas de piedra, tiendas de salchichón de Cinghiale…todos los lectores de Asterix sabemos que el Sanglier francés, el Senglar catalán y el Cinhghiale italiano vienen del Latín “Porcus Singularis”, mientras que en Castellano -y en Aragonés-, llamamos a nuestro simpático, peludo y proliferante vecino con el nombre que le daban los conquistadores moros, Jabalí o Chabalín, el del Jebel, el monte… en Toscana hay salames de cinghiale por decenas de miles…Imagino inmensas piaras de jabalíes, como los ñus que vi en Masai Mara, cayendo bajo las armas de los cazadores, en un densísimo fuego cruzado, para, ipso facto, ser transformados en esos cortos salames toscanos…la verdad es que no los probé; cualquier sobrarbense ha comido muchas veces longaniza de jabalí, ¿verdad? Pues se los dejé a los que no lo conociesen…






La última novedad en las tiendas de recuerdos son las armas medievales -espadas, escudos, arcos, ballestas…-de madera; todas iguales en todas las villas turísticas; supongo que, en alguna lejana provincia china, hay una ciudad de tamaño mediano -pongamos tres millones de habitantes- donde enormes fábricas, creadas por antiguos cuadros del Partido, producen sin cesar armas medievales europeas con madera traída de las selvas tropicales de Borneo… “Este pedido, para dónde va, camarada encargado, para Rothemburg o para El Burgo de Osma…?” “Qué más da… todas las espadas europeas son iguales… en los escudos, pinta cruces bien gordas, y leones…” “¿No puedo pintar un panda…?” “No jodas, Wu, el panda es un animalito simpático para los europeos, solo peluches para niños…” “¡Pero si tienen muy mala leche…! A un tío mío, un panda le arrancó un brazo…” “Lo que yo te diga, Wu; leones… y deprisita, porque aún te falta medio container…” Han ocupado el nicho ecológico de las espadas de falso damasquinado de Toledo, así se evita que los niños se saquen los ojos con ellas…

Cuenta la leyenda que, en tiempos revueltos, las casas buenas levantaban torres defensivas: cuando un Señor vencía a otro, le obligaba a derruir su torre y, con las piedras, levantaba aún más la suya… ese darwinismo aplicado a la arquitectura militar redujo las más de setenta torres originales a las quince que hoy se conservan, eso sí, altísimas… lo que no queda claro es lo de las victorias y derrotas; no me imagino a los vecinos del San Gimignano medieval andando todo el día a la greña: el pueblo no es grande, y se hubiesen exterminado los unos a los otros… conociendo como conozco a los montañeses -y éstos lo son también-, se me ocurre una explicación más verosímil: en las largas veladas de invierno, se jugaban las torres al ghignotto, o como se llame lo que jueguen allí…llegaba el marido a casa, con dos copitas, y le decía a su mujer: “Recuérdame que mañana empiece a desmontar la torre, que me la ha ganado Piero di Casa Vichina…” “¡Desgraciado, mal hombre, destalentao, que te has vuelto a jugar la torre….!”




Mis amigos de facebook sabéis que, al salir, me equivoqué de puerta: en un recinto amurallado cerrado, ese no es un gran problema; lo recorres, y siempre llegarás al lugar que buscas; “¡Por aquí!”, dije asumiendo una pose de auténtico condottiero, y señalando hacia mi derecha… la cagué: el parking estaba a mi izquierda: tardamos cerca de media hora en encontrarlo…


¿San Gimignano si, o san Gimignano no…? Por supuesto, lo recomiendo; es bellísimo: un bellísimo parque temático de la Toscana medieval… pero, ¿Quién soy yo para criticarlo, si vivo en Barcelona, que cada vez es más un parque temático en torno a dos centros de interés dominantes: Gaudí y el Barça…? Lo miraba todo con cierto aire displicente, benevolente como siempre, pero no exento de cachondeo, cuando, de repente, aconteció lo que menos esperaba: a una bella loggia medieval, donde los turistas nos agolpábamos para admirar unas pinturas, empezaron a llegar señoras mayores, vestidas con batitas de estar por casa y zapatillas, que se traían la silla: en la loggia de enfrente, señores de parecida edad, con camisas de manga larga y chalecos, algunas gorras, incluso boinas… se sentaban en los bancos, y empezaban, al caer la tarde, a retomar la charla de cada día, de cada semana, desde hacía muchos, muchos años… supe entonces que San Gimignano, por debajo del parque temático, seguía vivo, me alegré enormemente por ello, y me hubiese encantado sentarme en cualquier corro a hablar con ellos de sus cosas que, estoy seguro, no diferirían mucho de las mías, de las de todos los hombres y mujeres del Mundo que, al caer la tarde, se sientan plácidamente a conversar…





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