domingo, 30 de agosto de 2015

Ratatuille

Ves por ahí cosas divertidas... ¡aunque quizás no para todos los estómagos!



El jueves pasado había en Jaca un Mercado Medieval, dedicado a lasTres Culturas -judíos, moros y cristianos- que anduvimos a la greña por estas tierras: es un mercado curioso; todo el centro histórico de la ciudad ocupado por decenas de pequeñas tiendas, que podemos clasificar en dos grandes grupos: "New age" -"Hippys", pare entendernos: artesanos de todo lo imaginable, cristales que atraen el buen rollo, pociones, hierbas, semillitas...- y colesterol ibérico puro y duro, quesos y, sobre todo, chorizos y jamones que bien poco pueden contribuir a la convivencia inercultural y la Alianza de Civilizaciones... jalufo, vamos...



Recorre la ciudad una simpática atracción: bajo el título de "Rataurante", dos ciudadanos, perfectamente ataviados, arrastran un carrito-cocina, muy en la línea "Van-food-, dedicado a ...la rata: una señora ofrece en una bandeja ratas -ficticias, parece...- en forma de pintxos, destripaditas y sanguinolentas, sobre rebanadas de pan... su compañero, que las exhibe colgadas en su carro, se para de repente y anuncia: "Voy a ver si ya está hecha!"; abre una especie de cocinilla, saca una hermosa rata vivita y coleando, finge morderle la cola... "No, aún está cruda!" y la devuelve a su lugar: las damas, alrededor, aúllan... los tíos fingimos entereza, con el estómago en la boca...



Se acercan unas chicas musulmanas, éstas de verdad... el cocinero se ofrece a cocinarles un cus-cús de rata, rico, rico... las chicas se ríen, alborozadas... "O una tajine..." agrega el cocinero, ese sí multicultural...



Ante lo mucho que me río y los frío a fotografías, la camarera me ofrece un puesto de trabajo... no me aclara si es contrato-basura, o compatible con mi pensión: recorrer las alcantarillas por las noches para abastecerles de material fresco... ¡Error, error de ambientación, señora...! Las cloacas, en el medievo, aunque debían estar allí -bien las habrían dejado los romanos- se usaban poco o nada; la mierda se tiraba por el balcón, y las ratas debían campar libremente por todos los sitios.



Pasamos a comentar el tema de los roedores con mis primas: nuestras casas en Boltaña son casas viejas, naturales y abiertas: piedra y madera, asentadas sobre las rocas del terreno: los ratones van y vienen a sus anchas: cuando detecto cagaditas, recurro a la Guerra Química, pasándome la Convención de Ginebra por el forro... gominolas, que les provocan- así de cabrones somos- tremendas hemorragias internas, que los llevan a fallecer, entre atroces tormentos, en lo más profundo de sus guaridas, ante los ojos horrorizados de su abundante prole... aquí querría yo ver a los antitaurinos... Mis primas optaron por admitir la secesión; bloquearon el acceso a la falsa -el desván, nosotros lo llamamos así- las excluyeron de su comunidad, y han dejado que allá se las compongan... curiosamente, ni ellas ni nosotros hemos recurrido a la Guerra Biológica, la lógica y tradicional; en nuestra casa, de niños, siempre había un gato, llamado siempre "Tigre", aunque tuvo varias reencarnaciones, según el tiular optaba por mudarse a otro lugar: el "Tigre" de turno, de vez en cuando, acudía con un trofeo en la boca... "Bien hecho, Tigre!"...

Ayer hablaba de las buenas y malas obras: no puedo dejar de recordar una mía, mala remala, aunque lejana en el tiempo... una de las "delikatessen" sobarbenses son los crespillos: hojas de borraja rebozadas en pasta de buñuelo y azucaradas--- se consumen en la Primavera; la Encarnación de la Vírgen es la "Vírgen Crespillera". Laura, mi primera mujer -fallecida hace pocos años, cuando ya llevábamos muchos divorciados- no conocía los crespillos; una tarde, cuando ya estábamos dentro del coche, una vecina, Rosita de Damaso, me alargó unos cuantos envueltos en papel de aluminio... "Toma, los he hecho como los hacía tu tía Encarnación..." arranqué el coche y Laura, levantando por el rabito de la borraja uno de ellos, me preguntó qué eran... "Déjalos, no te gustarán, es una cosa que comemos aquí nosotros... ¡ratones empanados...!" Le faltó un pelo para saltar del coche en marcha... No digo yo que se divorciase de mí por eso, pero creo que algo pudo contribuir...

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