miércoles, 3 de junio de 2015

Madre Nuestra, que estás en Spreeboge...

Seguimos las aguas del Spree:es un viaje que he hecho por sus orillas, porque en Invierno no hay barco que se atreva a congelar al personal... pero me tengo prometido ir una vez a Berlín en tiempo más propicio, y es un recorrido que haré sin falta...


Berliner Dom

Cruzada la Prenzlauerallee, el Spree se divide en dos: deja atrás la Berliner Dom, la severa catedral luterana, panteón imperial de los Hohenzollern, y rodea amorosamente la Isla de los Museos, la Museums Insel: allí, en pocos -es un decir- metros cuadrados, encontramos las maravillas de la Historia del Arte antiguo que los audaces arqueólogos alemanes, con sus salacots y sus patillas blanquecinas saliendo de los anchos bermudas, excavaron y rescataron a lo largo y lo ancho del Mundo Clásico, desde el pórtico entero y verdadero de un templo de Pérgamo, a una de las Puertas de Babilonia. Por principio, soy enemigo de los expolios, y me gustaría que las obras de arte y los documentos puedan verse allí donde nacieron y donde, al fin y al cabo, viven los descendientes de los que los encargaron... y los pagaron: y eso vale para los Papeles de Salamanca, para las obras de arte de la Franja, y para las de Sigena... pero reconozco que las hazañas de los radicales islámicos me están haciendo admitir excepciones, y ya no me importa tanto que el bellísimo busto de Nefertiti esté a tantos miles de kilómetros de donde nació, al amparo de cualquier iluminado que pueda considerarlo un ídolo -y, por lo tanto, contrario a los criterios estéticos y el afán de exclusividad de cualquier ser hipotético-, y en una cómoda y cuidada salita berlinesa, donde no le alcanza más riesgo que el derivado de que algún turista gilipollas se olvide de desconectar el flash, y se gane una bronca de sargento prusiano...



Pasada la Isla, inicia el Spree un profundo meandro, el Spreeboge, donde separará los dos edificios desde donde se rige la República Federal Alemana y, de rebote, Europa, por la parte que nos toca: el Bundestag y la Cancillería Federal.

El Bundestag queda en la orilla izquierda del Spree y, en propiedad, le da la espalda, ya que su entrada principal se halla en la amplia plaza que se abre hacia el Tiergarten. Un mazacote neoclásico, regalo del Kaiser -junto con una Constitución- a su pueblo (eso quiere decir, justamente, la inscripción que campea en su frontispicio, "Al Pueblo alemán..."), el Reichstag fue todo un precursor, puesto que ya estaba en ruinas antes del primer ataque aéreo aliado: fue destruido por un pavoroso incendio, obra de un comunista holandés (o, por lo menos, a él le cargaron el muerto), lo cual dio motivo a Hitler para no volver a convocar nunca más sesiones del Parlamento: total, ya solo iban los diputados nazis -la oposición estaba detenida o exiliada- y para reunirse unos amigos podían quedar en cualquier cervecería... en la entrada hay un curioso monumento que, sinceramente, recuerda una hilera de tostadas quemadas: placas de pizarra que recogen los nombres de los diputados de aquella última legislatura de la República de Weimar que fueron asesinados por los nazis...

El Spreeboge en obras, año 2000: luego, todas esas grúas vinieron a España...

Reichstag

Reichstag desde Spreeboge

A los diputados muertos...


De todas maneras, tampoco hay que escandalizarse, porque Hitler, ya en sus momentos iniciales, se cargó también a Ernst Röhm, su amigo de toda la carrera política y jefe de las SA, en un confuso incidente en que aprovechó para, con la ayuda del Ejército, eliminar al ala izquierda del Partido. Uno de los argumentos utilizados fue la homosexualidad de Röhm que, por supuesto, era conocida por todo el mundo, empezando por el propio Hitler. Como Röhm era ministro del gabinete, pronto se difundió un panfleto donde se decía: "El Artículo XX de la Constitución queda redactado de la siguiente manera: el Canciller nombra, cesa y fusila libremente a sus ministros..."

De todas maneras, los azares de la guerra no fueron buenos para el Reichstag, y cuando los soldados soviéticos lo escalaron para poner en él su bandera, su estado era más que lamentable, y así iba a seguir durante décadas; situado en la divisoria entre las dos zonas, no se abordó su reconstrucción hasta la Reunificación, dentro del complejo proceso que supuso trasladar a Berlín todo el aparato político de la República Federal, sacándolo de la idílica Bonn, la "Bundesdorf" la "Aldea Federal"...

La reconstrucción del Reichstag fue polémica, porque se encargó a Norman Foster construir una enorme y etérea cúpula de cristal sustituyendo la antigua...una vez la miras dos veces, ya te empieza a gustar más, y hay que reconocer que, de noche e iluminada, resulta doblemente espectacular.

Cúpula del Reichstag

La Cúpula, de noche...


Tras guardar una cola respetable, la cúpula del Reichstag es visitable, y asciendes por una rampa -hay una para subir, y otra para bajar- que te permite contemplar, desde arriba, el espacio donde celebra sus sesiones el Bundestag: observo que, en vez de escaños, tienen sillones bastante individuales, y me parece no solo bien, sino recomendable: el escaño propende al compadreo y al gamberreo escolar, a pitar al contrario, patear el suelo, pedir al colega que vote por ti cuando vas a llamar por el móvil, y decir "¡Que se jodan,,,!" El sillón individual es como más formal, debes sentirte allí rodeado por tus electores, que incluso te pueden mirar por encima del cogote, y seguramente se te pasan las ganas de jugar al "Candy Crush".



Sala de Sesiones del Bundestag



En la orilla derecha del Spreeboge se alza, desde hace pocos años, el impresionante edificio moderno y blanco de la Cancillería: tiene en su puerta principal un enorme Chillida, que recuerda dos garras de hierro encontrándose, y uno no sabe si el artista quiso representar las manos reunidas de los alemanes, o las que nos iban a echar al cuello a los derrochones y expertos en vivir-por-encima-de-sus -posibilidades del Sur. De cualquier manera, desde su limpio y acristalado Olimpo, nuestra Gran Madre Blanca envía mensajes que son más que órdenes a dóciles y acongojados gobernantes... un querido profesor mío, bilbaíno, me contaba que su abuelo, un liberal de los de antes, se santiguaba cada vez que pasaba por la puerta de la sede de uno de los dos grandes bancos -Bilbao y Vizcaya- que había entonces en su ciudad: disimuladamente, hago lo mismo ante la Cancillería Federal, y murmuro una breve oración... Madre Nuestra que está en Spreeboge, perdona nuestras deudas...

Blanca en Spreeboge

Cancillería Federal


Más allá, el Spree se divide: parte constituye el Puerto Occidental, y su rama sur bordea el Tiergarten: pasa antes por dos lugares de interés: La Charité, el hospital más antiguo de Berlín, cuyo nombre atribuyo a la herencia francesa de los Hugonotes, o a la francofília de Federico el Grande, y el Bendlerblock, la sede del Alto Estado mayor germano durante la guerra, donde Tom Cruise fue sumariamente ejecutado tras su fracasado intento de acabar, de una tacada, con el Führer y con la Guerra: allí se levanta el Monumento a la Resistencia Alemana, notable por el valor que demostraron quienes la integraron... y, para qué vamos a engañarnos, por su escaso número: supongo que el patriotismo mal entendido ahogaba los escrúpulos de quienes moralmente no podían admitir la locura criminal de sus gobernantes... se ha escrito mucho sobre ello, dejémoslo así...

Y dejemos aquí también a nuestro río, que se dirige, no al mar, que es el morir, sino al Havel, su hermano mayor, que llevará sus aguas hacia el Elba... Mañana os seguiré contando cosas...





No hay comentarios:

Publicar un comentario