jueves, 2 de junio de 2016

Paseando por Palermo...

Me refiero, por supuesto, al barrio -enorme barrio- de Buenos Aires; no he tenido aún la oportunidad de conocer el Palermo siciliano, al que algún día pienso ir... mis breves jornadas en Buenos Aires empiezan ya a alejarse en el tiempo, pero no en la memoria; vuelvo a ellas con auténtico placer, espero que también os arranquen alguna sonrisa...

Vamos a Palermo siguiendo instrucciones -casi órdenes- de Sergi, el padre de Blanca, mucho más devorador de libros que yo... "Hay allí una librería, Eterna Cadencia, que no os podéis perder..." Tiene razón: bajo unas lámparas bellísimas, entre la mejor decoración posible -libros, libros, libros...- me entrego a lo que los franceses llaman "l'embarras du choix", no saber qué comprar, entre tanta maravilla... viendo mi foto, descubro tres cosas no demasiado placenteras: a) que estoy gordo como un tocino. b) y algo cheposo y c)  y que estoy perdiendo pelo en la coronilla. Pero poco me importan, tengo libros en mis manos, algún eurillo -algún pesillo-, algo voy a poder comprar... cuando estaba haciendo esto mismo -mirando libros- mataron a Canalejas, un Presidente del Gobierno, liberal, en plena Puerta del Sol. No creo que ningún anarquista tenga ganas de atentar contra mí, pero, si me ha de tocar la china, que me coja como a Canalejas, mirando libros, alargando mis manos pecadoras hacia ese de Alfaguara que está levantado...



En Eterna Cadencia también se come; y no se come mal; comida muy casera -casera argentina, por supuesto-, a buen precio, y en un ambiente sumamente agradable; un patio interior, sombreado, de suelo de bello pavimento hidráulico... Marc, el hermano de Blanca, geógrafo profesional, viajero con el culo pelado y guía vocacional, me explica la excursión del día siguiente; nada menos que a El Tigre...




Palermo es un distrito enorme, donde hay, literalmente, de todo: bosques, un hipódromo, donde se "corren pollas" (¡Ojo!: eso quiere decir que hay carreras de caballos con apuestas, no malpenséis...), barrios populares, edificios modernos, altísimos... lo cruza una vía férrea, que lo divide. Y, además, de verdad, porque es una línea de cercanías, muy transitada, y los pasos a nivel están cerrados con frecuencia...




Argentina, aunque no lo parezca, también está más lejos de Dios que de los Estados Unidos: solo así se entiende que a una pizzería se le ponga el nombre de "Kentucky", que uno asocia más a whisky clandestino o... a fried chicken, por supuesto... Además, es "To go" y "take away"... todo eso, dentro de una casa de plancha ondulada, de lo más porteño. El por qué lo que italianos y españoles llamamos mozzarella se ha transformado allí en "muzzarella" o, simplemente, "Muzza", es algo que ignoro...



Tiene esta parte de Palermo un ambiente muy especial; se nota que muchos jóvenes han abierto allí nuevos negocios, dirigido también a un público juvenil y relativamente alternativo: así, encuentras cosas tan graciosas como esta peluquería que se anuncia como "pelos de autor"...



... o esta óptica, que ofrece sus gafas recordando personajes famosos que las han usado -gafas, aunque sospecho que no precisamente las que ellos venden...-: reconozco a Cortázar, Fangio, Gardel, Evita, el Ché, Mafalda... medio Panteón argentino... ¿Usaba gafas Mafalda...? en un "Comic" que compré en Eterna Cadencia, que la retrata ya sesentona -y notablemente escorada a la Derecha- sí las lleva...Ojo al pronombre: "los". ¿Estarán pensando en "anteojos"...?



Justamente, hablando de Cortázar, ahí está, al lado mismo, la plaza que lleva su nombre. Bellamente sombreada por esos descomunales árboles, tan porteños... Es curioso,; nacido en Bruselas, su exilio hace que sea más fácil rastrear su fantasma por París -e incluso por la Barcelona del "Boom"- que por
un Buenos Aires donde, en definitiva, vivió poco tiempo; pero hay algo de Cortázar flotando siempre en el ambiente bonaerense...



Argentina, tierra de emigrantes, siempre ha tenido una composición étnica bastante variada: aunque descendientes de italianos y españoles -¡perdón, "gallegos"!- constituyan el grueso de su población, hay también una numerosísima colonia judia, "Turcos" -muchos de ellos, libaneses-, sin olvidar los amerindios, muy presentes, ni los alemanes, galeses, ingleses, suecos... del Sur. Se ven muy pocos afroamericanos, -pese a que hubo una importante población esclava-, y tampoco vi ningún musulmán claramente identificable por su atuendo... según me dice un informante, el tema de los orígenes étnicos se lleva con bastante naturalidad y buen humor, y así no me extraña ver algo impensable en otras latitudes, donde la corrección política impediría rotular una furgoneta cachondeándose del supuesto acento de los repartidores de shawarma...



También ha llegado a Argentina la pasión por lo japonés, de la que soy una conocida víctima... de hecho, llegó hace tiempo, como testifica la existencia de un Parque Japonés, por donde, dicen con gran enfado por parte de su madre, que vieron paseando a Garufa... No tengo noticias de que haya una colonia nipona importante, como si existe en los países americanos del Pacífico, pero aquí están un restaurante de Sushi, "Sensei", "Maestro", uno de los títulos más honorables que puedes recibir en Japón, y las pinturas que decoran una tetería en Palermo...








Me habían dicho muchas veces; "Palermo te recordará a la Vila de Gràcia"; algo hay de eso, quizás en esa convivencia de un barrio antiguo, tradicional, con una creciente presencia juvenil, pero las diferencia más notable es el espacio; Gràcia es una Villa europea, es decir, de un lugar donde el espacio es escaso y caro; Palermo es americano, de horizontes abiertos, casas bajas, calles anchas, hermosos árboles, donde esperas, al final de sus edificios, ver extenderse, en todas direcciones, la Pampa inacabable... Esta tienda, "La Esquina de las Flores", si podría encontrarse perfectamente en la Vila de Gràcia, con sus veganos, macrobióticos o, simplemente, amantes de la agricultura ecológica. Por cierto, a nadie parece importarle que no esté, como cabría esperar en una esquina...


Me encantan las esquinas de Palermo, en forma achaflanada, aunque mucho más reducidas que las del Eixample de Barcelona. Muchas de sus casas están pintadas en colores llamativos, chillones, que tienen, sin embargo, un encanto especial. Y los árboles, siempre esos magníficos árboles...




Junto a las viviendas sencillas, populares, no es difícil descubrir otras más pretenciosas, que denotan que allí también vivió una pequeña burguesía, posiblemente en los primeros años del Siglo XX, la Edad de Oro de Argentina, la primera Edad de Oro, antes de la próxima, que les deseo fervientemente...





Disfrutad del Buenos Aires monumental, el París -o el Madrid- del Cono Sur... pero reservaos algunos ratos para pasear, sin prisas, con todos los sentidos abiertos, por ese Viejo Palermo, que os reserva sorpresas agradabilísimas...

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