martes, 5 de enero de 2016

Serendipity

... en Castellano proponen "Serendipia", que es una palabra horrible... prefiero usarla en Inglés, la verdad...


"Semper fidelis, inch'Allah!"

"Serendipity", el equivalente a nuestra "chiripa" o "potra", es la casualidad afortunada, que te lleva a descubrir algo que no buscabas, pero que te resuelve algún problema o, simplemente, te hace feliz un ratito, que no es poco: era también el nombre del pequeño velero de un antiguo conocido mío, un pijo madurito al que yo envidiaba secretamente; hubiese dado cualquier cosa por llegar a su edad con su planta, su fondo de armario, y su Ford Mustang descapotable... ¡mecachis!, no ha sido posible... supongo que le puso ese nombre por lo que ligaba con él en el Club Natación Barcelona.

Ayer entré en Alibri; no me duelen prendas en hacer publicidad de una de las pocas librerías decentes que van quedando en Barcelona, hasta que la cierren para poner un Zara o un Macdonalds; iba a comprar un manual de Alemán y, al mismo tiempo, intentaba reponer un libro que presté y perdí, sin que recuerde al causante de la tropelía, lo cual me impide practicarle Vudú, hundiendo alfileres al rojo en las partes nobles de su figurita de cera hasta que me lo devuelva... el libro es el "Tractatus Logico-Philosophicus" de Ludwig Wittgestein.

Wittgenstein es, sin duda, uno de los filósofos cruciales del Siglo XX; os lo recomiendo. Además, tuvo una curiosa peripecia vital; hijo de una acaudaladísima y cultísima familia judía austriaca -no a todo el mundo le pintaba Klimt un retrato, como a su hermana-, coincidió Ludwig en el Instituto con un mucho menos brillante compañero; Adolf Hitler. No recuerdo si Wittgestein escribió nada sobre Adolf, cuya ocupación de Austria le forzó a exiliarse en Inglaterra, pero en el ya de por sí inquietante "Mein Kampf" dedica Hitler unas palabras a un "condiscípulo judío, del que todos desconfiábamos por su carácter traicionero..." o algo así, cito de memoria, me da pereza ir ahora a buscar el "Mein Kampf", que no vale el paseo... llegas a la conclusión de que le tenía manía porque era más listo que él. Si hubiese yo conocido a Ludwig, le hubiese dado consejos sobre como evitar esas envidias; basta con ser una nulidad jugando al fútbol, y no ligar nada, pero lo que se dice nada, en los guateques... mano de santo, te lo aseguro... claro que Hitler me da la impresión de que tampoco debía destacar mucho en dichas actividades... de todas maneras, que te practique el "Bullying" el mismísimo Hitler no deja de ser una serendipity al revés, por la parte de los c...., como solemos decir; ahí los tenéis, muy seriecitos, en esa foto. Hitler, ni que decir tiene, es el de la extrema derecha... Lo de los guateques es fundamental; profeso odio eterno hacia un muy alto cargo -hasta hoy- de la Generalitat, no por el hecho de que sea descrito como uno de los más próximos al President en de-funciones -que también-, sino porque se ligó a una chica de la que estábamos más o menos secretamente enamorados medio curso, y a la que yo servía de fiel y entregado "Pagafantas"... ¡Esas cosas, ni se olvidan, ni se perdonan!.


Estoy buscando, en concreto, una edición bilingüe en Alemán y Castellano, porque el Alemán de Wittgestein es claro, afilado y preciso "como un escalpelo", se decía antes, ahora diríamos como un bisturí láser; así, al tiempo que me empapo de sus Proposiciones, practico la bella lengua de la Merkel, que estoy aprendiendo a marchas forzadas por si se me acaba el chollo de la pensión y tengo que irme p'arriba a coger uno de sus simpáticos minijobs... No encuentro esa edición concreta, pese a que en la sumamente bien provista sección de filosofía de la librería hay varias obras de Ludwig. Ya que estoy allí, busco en la misma estantería si hay alguna de Corinna, su tocaya, aunque no pariente; no, no ha escrito nada de carácter filosófico, qué pena... Buscaré en la sección "Amantes Reales"...

Sin embargo, llama mi atención un libro en Inglés, "Homeland and Philosophy"... ¿Alguno de vosotros se colgó de la serie "Homeland"...? Blanca y yo la devorábamos,  hipnotizados, a las intempestivas horas en que la daban en una de esas cadenas en abierto que siempre confundo... para los que no, un  sargento U.S. Marine, Brody, capturado por Al Quaeda durante nueve años, regresa a su país, convertido al Islam, fiel seguidor de un líder Yihadista, y decidido a matar al Vicepresidente, un auténtico cabronazo, por cierto, responsable del ataque con drones que costó la vida al hijo del líder, por el que Brody sentía un cariño paternal, mucho más que por su auténtico hijo, un zampabollos yanqui muy poco estimulante... para terminar de arreglar la cosa, se enamora de una agente de la CIA, Carrie, enferma de trastorno bipolar, circunstancia que oculta a sus superiores, aunque no del todo a su jefe y amigo Saúl, un judio-americano sabio y reflexivo.

Con estos mimbres, y partiendo de la base de que se trata de una coproducción entre Estados Unidos e Israel, había podido armarse un bodrio maniqueo infumable; por el contrario, resulta de una sutileza y complejidad ética fuera de lo común, hasta el punto de que un grupo de filósofos -bajo la batuta, justo es recordar aquí su nombre, de Robert Arp- se hayan lanzado a la aventura -con ese lenguaje sencillo y cargado de humor que caracteriza a los divulgadores anglosajones- de reflexionar ante nuestros ojos sobre las múltiples cuestiones que "Homeland" nos propone, y no siempre resuelve. En la contraportada viene muy recomendado por, entre otros, Jack Bowen, autor de "Si puedes leer esto... la Filosofía de las pegatinas en los parachoques", que también promete, la verdad.

Miro a Blanca con ojos de carnero degollado, y le arranco la preceptiva autorización para comprar el libro: me los tiene racionados, no tan solo por motivos presupuestarios, sino estrictamente físicos; no nos cabe ni uno más en casa, y ya se empiezan a amontonar en lugares estratégicos... ¡21 euros, y ya es mío!... lo arrastro a mi guarida, y comienzo a devorarlo; los primeros bocados ya valen la pena: Dios y el Mal, la Identidad... lo suelto un ratito para escribiros estas cosas, y, ahora que acabo, vuelvo a él...

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