viernes, 29 de enero de 2016

Paseando por mi barrio...(1)

Salgo con la cámara a cuestas... es un tercer ojo, que te ayuda a ver con otra mirada, a relacionar, a recordar... os lo recomiendo.. 



Mi calle acaba en Alfonso XII: no sé cuanto le durará el nombre, ahora que mi Ayuntamiento -mío, porque les voté, con todas las prevenciones- quiere revisar los "nombres borbónicos": digo yo que hay Borbones y Borbones: Alfonso XII no fue de los peores, ni de lejos, prueba de que se había educado en el Extranjero: "El Pacificador", con él se acabaron las Guerras Carlistas, pero no, ¡ay!, los carlistas: tuvo un amor romántico, inmortalizado por Vicente Parra y Sarita Montiel, y otro, después, de tipo práctico. Murió joven -eso siempre ayuda a tener buena fama-, y sus últimos consejos a su inminente viuda fueron -¿cómo os lo diría yo...? que no prodigase sus favores tal y como había hecho su mamá, doña Isabel Segunda... de todas maneras, a la pobre Maria Cristina le dejó el marronazo de la pérdida de las penúltimas colonias. No tengo tan buena opinión de su hijo: cuando Antoni Farrés, mi querido y llorado primer alcalde democrático de Sabadell, comunista del PSUC, decidió no volverse a presentar y regresar a la actividad privada, me dio su tarjeta profesional; ¡tenía el despacho en la calle Alfonso XIII! "Toni, en veinte años, ¿no has tenido un momento para quitarle la calle a ese c...?", le reproché... "Lo he pensado muchas veces, pero...", casi se disculpaba...

Justo al lado de mi casa hay un hermoso jardín, en ruinas, como la casa que lo presidía, refugio hoy de agresivas gaviotas, gordos gatos -cebados por beneméritas ancianas, que les traen comida y platitos con leche- y furtivos okupas y vagabundos, a los que nadie trae nada, y entran saltando la tapia, arriesgándose a romperse la crisma... Cuando Blanca fue a vivir a la que hoy es nuestra casa, hace más de 35 años, le dijeron que era inminente la apertura de un parque público, al que esperaba poder llevar a jugar a sus hijos... Hace varios años, coincidí en una boda con el Gerente del Distrito, convergent, que me juró que pronto se abriría el parque... "De jubilado, iré allí a tomar el sol...", pensé... al paso que vamos, ya no lo veo vivo, aunque hace un mes o dos el Ayuntamiento organizó una paella popular para celebrar su también inminente destino público... como Santo Tomás, creeré en ello cuando ponga mi culo en un banco suyo.



Aparte de eso, es una calle agradable, sombreada por exóticos jacarandás, cuyas flores violetas dejan las aceras hechas un cromo... en la esquina siguiente, otro edificio largos años cerrado, periódicamente okupado, potencialmente destinado a equipamiento público... tenemos cerca una famosa discoteca, y no faltan, las noches de los viernes y los sábados, jóvenes haciendo botellón por los parterres. Uno, que no olvida las cosas que hizo en su lejana juventud, tiende a ser tolerante, se ríe, y suspira un poquito, de nostalgia...



Muy cerca ya de la Plaza Molina, la Casa familiar de los Maragall: en ella vivió sus últimos años el poeta Joan Maragall, ahora están allí su archivo y biblioteca: tiene un bello jardín interior y en la otra ala, entrando por la vecina calle de Brusi, vive su nieto, Pasqual, alcalde de excelente memoria, y polémico President, y lo digo yo, que batallé -siempre con moderación, por supuesto- para que saliese elegido... el Alzheimer, esa cruel enfermedad que te hace sobrevivirte, lo va borrando lentamente, aunque aún, de vez en cuando, lo veo por nuestras calles, y sonríe al ver que lo saludas respetuosamente. De hecho, creo que lo respeto más que algunas personas de su entorno, que han usado, como nos prohibían los Diez Mandamientos, su nombre en vano. Maragall me persigue; nací y viví muchos años junto al Passeig de Maragall, en otra punta de Barcelona, y junto a la Plaça de Maragall siguen viviendo mi madre, un hermano y una hermana... y si, he leído bastantes de sus poesías, y me gustan, en general, aunque no son bien bien de mi estilo...

Alfonso XII, en dirección a la Diagonal, se transforma en la famosa Calle Tusset, la Tusset Street de los pijos de los años sesenta, donde vive el expresident Mas -un pijo de los setenta-: yo solía decir que vivía "Entre Mas y Maragall"... no le han quitado aún los conos en la calzada que impiden aparcar frente a su portal; a mí, al día siguiente de jubilarme, ya me habían dado de baja del correo electrónico corporativo: dentro de la Generalitat todavía hay clases...



Cruzada ya la Vía Augusta, Alfonso XII  se remansa y se transforma en semipeatonal : sospecho que debido al germanófono colegio privado que ocupa casi una manzana: por la parte trasera, tiene hasta capilla evangélica; protestante, vamos... en su cafetería, pasteles deliciosos, auténticas bombas de colesterol malo y calorías vacías... hay también alguna de esas tiendas de productos naturales de la huerta que proliferan en Barcelona, falsamente decoradas con cestos de mimbre y sacos de yute, como si el payés y la payesa acabasen de bajarlos desde la masía y tuviesen el carro aparcado en la puerta, con los caballos cagándose en la calzada... cuanto más lejos estamos de la Naturaleza, más la añoramos, qué raritos somos...






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