lunes, 14 de diciembre de 2015

L'Aveyron...

Segundo día; salimos de Montpellier...

Y, a los pocos kilómetros, se acaba la Dulce Francia: la autovía se enrosca, curva tras curva, a las faldas de una montaña, y vamos subiendo, desde los pocos metros de Montpellier, al ladito del mar, hasta más de setecientos: allí la cuesta se detiene: llaneamos por una meseta dura como ella sola, piedra caliza, quejigos, algún prado, ni un alma... estamos en la Causse de Larzac, en l'Aveyron, tierra de jabalíes y de maquisards.

Pasamos por el desvío del Memorial Nacional de la Resistencia: me gustaría visitarlo, pero viajamos cuatro juntos, y eso siempre requiere un consenso... a cambio, canto a pleno pulmón Le chant des Partisans..."Ami, entends-tu le vol noir des corbeaux sur nos plaines...?" los cuervos parece que me escuchen, y vuelan por todas partes... ¿Qué hacían aquí, los partisanos...? ninguna vía férrea a sabotear, ninguna guarnición a emboscar... los emboscados eran ellos, huyendo del STO, el Servicio de Trabajo Obligatorio, la deportación forzada a Alemania, a cubrir en los talleres las bajas creadas por la picadora de carne congelada en que se había convertido el Frente del Este... a muchos no les fue tan mal el STO; no solo en los talleres había vacantes... muchos se levantaban  de entre los edredones floreados, procurando no mirar la cara de mala, muy mala leche con que los miraba un feldwebel desde la foto de la mesilla de noche... quizás el mismo que, a su vez, ligaba en las calles de Paris con belles demoiselles... en medio de aquella guerra civil que fue la guerra en Europa se gestó el primer Mercado Común, que no fue ni del carbón, ni del acero, como nos han hecho creer: fue el de los cuernos... me compadezco hasta de los boches que debían subir hasta aquí arriba, a perseguirlos por estos riscos, y que, además, no debían ser precisamente tropas de élite; rusos blancos de Vlasov, o, mejor aún, colaboracionistas franceses de la Milice de Darlán, con sus enormes boinas negras de Alpinos... homenaje a los héroes, y, a unos y otros, paz... "C'est nous que brissons les barreaux des prisons, pour nos frères..." Nunca, nunca más nos veamos en otra así...



La Couvertoirade es Uno de los Pueblos Más Bonitos de Francia; cuando uno oye eso, se pone en guardia, e imagina miriadas de turistas agolpándose en sus calles, y comprando en tiendas todas semejantes, regularmente abastecidas por otra miriada,  la de los fabricantes chinos de cosas típicas europeas... de acuerdo con las dimensiones de su parking, en temporada alta debe ser así, pero ahora no hay un alma, ni siquiera hay que pagar, y en todo el pueblo nos cruzaremos solo, repetidas veces, con otra pareja de españoles, con los que nos saludamos en voz baja, como si estuviésemos en un concierto, y sólo veremos un pequeño grupo de nativos, con todas las pintas de ser los albañiles de alguna obra, pelándose de frío en la puerta de un bar para fumarse un cigarrillo.Todo el pueblo para nosotros, en medio de la paz de una mañana neblinosa y fresquita de Domingo.



Es cruzar la puerta del recinto amurallado y experimentar, de golpe, un viaje trescientos años atrás y trescientos kilómetros al Sur..."¡Coño, es Ballibió...!", casi grito... estoy en casa; paredes de piedra, calles empedradas, casas de piedra, techos de losas -eso sí, aquí las redondean un poco- ¡Chimeneas de piedra..! chamineras como las de Sobrarbe, algunas cúbicas, otras troncocónicas, rematadas por su espantabruixas... Hasta el color de la piedra me recuerda el que puedes ver en Buerba o Vió... En algunas puertas, clavadas, carlinas.





Jugando al juego de las diferencias, enseguida descubro una importante; en Sobrarbe, la distribución entre la planta baja, dedicada a cuadras y corrales, y la planta de vivienda, se suele hacer desde el "patio", gran espacio interior: aquí la planta baja sobresale de la fachada,y tiene acceso directo a la calle, mientras a las plantas de vivienda se accede por una escalera exterior, a veces, doble, imitando las de los palacios nobles... tomo buena nota de ello, y lo documento... ¿tenemos tipologías parecidas por ahí?



El pueblo, amurallado, remata en lo que queda de un castillo, que fue templario hasta la disolución "manu militari" de la Orden; pasó luego a los Caballeros Hospitalarios... todo el Aveyron es zona de antiguas posesiones templarias, recuerdo del poderío que, a la larga, fue su ruina, por las envidias reales y la eficaz presión que ejercieron sus enemigos ante el calzonazos del Papa... hay también una hermosa iglesia, afeada por una de las pocas cosas que no me gustan de Francia... esas celosías que esconden de la vista las campanas... ¿Para qué las pondrán? Ni que las campanas fueran algo indecoroso, digo yo...



Fuera del recinto, como a unos quinientos metros y bastante en alto, hay un molino de viento absolutamente igual que sus parientes de la Mancha, de Menorca, el Moulin Rouge, el Molino de Sans Souci, los molinos holandeses, los de las islas griegas... no sé nada de molinos de viento, me gustaría saber donde se originó un diseño de tanto éxito... Blanca y Cris, jóvenes y alocadas, deciden subir a verlo de cerca; los varones adultos pasamos; visto un molino, vistos todos... en un instante, están allí arriba; las retrato con el zoom... ¡cuantos paseos inútiles me va a ahorrar el 600!




Recorremos todo el pueblo, disfrutando de su tranquilidad... hay tiendas -cerradas-, bares -cerrados- alguna cosa abierta, como una deliciosa tiendecita de quemadores de perfume en forma de cocina antigua de metal, en miniatura, por supuesto... me hago cruces ante el optimismo de quien mantiene, un día como hoy, semejante tienda. abierta.. ganas me entran de comprarle algo pero... ¿donde lo pongo...?

Dejamos La Couvertoirade casi con pena, pero nos quedan muchas cosas por ver: en la entrada del pueblo, bajo la Mairie, los carteles de las elecciones regionales: aquí ya no está mi primo Martinés, pero... veo un "Citoyens" y un "En commun"... ¿os suena...? ¿pagan royalties...? les deseo bonne chance a todos, especialmente a la camarada Sandra Torremocha (¿Torremochá?), de Lutte Ouvrière, que las dice como puños, como cabría esperar.



De nuevo en camino y, pocos kilómetros más allá, vemos a una considerable altura sobre la autopista las luces intermitentes azules de los pilares del viaducto de Millau... lo pasamos en silencio, admirando su belleza, pagamos el peaje, y nos detenemos en el área hábilmente dispuesta para gozar del espectáculo en toda su magnitud.



En el breve espacio de tiempo que media entre su inauguración, en 2004, y el año 20012, Millau fue el viaducto de carretera más alto del Mundo, con sus 243 metros, hasta que inauguraron en México una cosa de más de 400. No sé cómo será el mexicano, pero Millau es, además, bellísimo, una obra de arte, donde se ve la mano de Sir Norman Foster, un señor al que tengo un gran respeto, porque las cosas que hace son bellas y útiles, se parecen a lo que deben ser -si hace una torre de comunicaciones, parece una torre de comunicaciones, y si hace unas marquesinas para bocas de metro, parecen marquesinas para bocas de metro- y, además, prueba de su sensatez, se ha casado con una señora inteligente y hermosa... muchos sires andan por ahí con la mitad, o menos, de sus merecimientos... sin olvidar los méritos del ingeniero que lo diseñó, francés,  Michel Virgoreux... un pedazo de obra de ingeniería, que te reconcilia con la capacidad intelectual y tecnológica del Hombre, cuando no pone su ingenio al servicio de fines espúreos... Pasamos un rato muy agradable fotografiando el viaducto, jugando con un Sol que se esconde entre las nubes para aparecer cuando menos te lo esperas.





Por unas cuestas vertiginosas -tengo que poner las marchas manuales, porque el cambio automático no funciona bien en estas situaciones- bajamos a Millau, que es una pequeña y agradable ciudad. Allí vemos por primera vez el Tarn, que es un río grande y tranquilo, pasadas ya sus famosas gargantas, aunque hay en su cauce una pista de piragüismo en aguas bravas que me hubiese gustado probar en mis tiempos de aprendiz de kayaquista... preguntamos el camino a unos amables señores, que nos contestan con su acento sureño, tan curioso para los que aprendimos un Francés asépticamente parisino... Javier pregunta; "¿A druat?", y le contestan; "Oué, a druatte, a druatte...!"... "a druatte" sale la carretera que nos lleva a Roquefort, última parada de la mañana... la carretera pasa justo por debajo del viaducto; si, en vez de Foster, lo hubiese hecho uno que yo me sé, por los c.... iba a pasar yo por debajo, vamos...!



Roquefort es la prueba de que no todo lo útil es bello: como pueblo, no vale un pito, casi metido debajo de la visera de rocas, en cuyas profundidades, en recónditas cavas, ataca a los quesos ese mohíto verdoso que los hace tan ricos... tengo un hambre atroz -prueba de ello es que no tomo fotos, no estoy de humor, el hambre me pone de muy mala gaita-, el único restaurante está lleno, y nos salva la vida la benemérita responsable de la tienda de una de las Caves, que nos invita a una generosa degustación: en rápida sucesión, me como ocho o diez daditos de queso, de diversos grados de maduración... En un español perfecto, nos recomienda un restaurante a pocos kilómetros de allí. Se lo agradecemos de la mejor manera posible; haciendo gasto; compramos queso como para soportar un asedio mediano, y salimos de Caves Gabriel Coulet bien dirigidos. Tomad nota del nombre; buen queso, y buena gente.

El restaurante, con pintas de parador de carreteras, resulta agradable y barato; de entrada, nos traen una enorme ensalada de lechuga... con roquefort, mucho roquefort. Fuera, vemos pastar a las ovejas: ¡kilómetro cero en estado puro! Solo les falta entrar a preguntarnos si nos gusta su queso... A nuestro lado, come una anciana señora, con aspecto de estar muy enferma... sufro por ella, recuerdo que también Mitterand, en sus últimos momentos, encargó su plato favorito... acaba de comer, se levanta con apuros, y se va... respiro tranquilo. Acabado el segundo plato -estamos ya solos, la hora de comer de los franceses está más que superada- el joven camarero nos comunica que ha sobrado mucha ensalada... ¿queremos un segundo plato...?: si, lo queremos... nos vuelve a traer la enorme ensalada, con tostaditas recién hechas... ¿Amabilidad, o le han llegado noticias de la crisis...? "¡Pobres, les espagnols, traerán hambre atrasada...!" Esta vez no me cuesta que mis compañeras aflojen una buena propina.

Seguimos camino hacia el Ocaso, es decir, hacia el Oeste; la Causse ya no es tan dura, empiezan a verse viñedos... casi con las últimas luces, entramos en Albí... pero esa es ya otra historia...












No hay comentarios:

Publicar un comentario