sábado, 19 de noviembre de 2016

¡A la playa, con la toalla... ! (1)

Estamos a mediados de Octubre, la primavera austral va ya muy avanzada, y en Luanda hace calor, bastante calor... es tiempo, pues, de ir a la playa...





Para orientarse en Luanda, sirve representársela como una especie de Barcelona grandota, sin Collserola, eso si, donde el Llobregat está más o menos donde debe estar, y el Besós, un enorme y bello Besós, está a unos sesenta kilómetros. Tiene hasta su B-30, que es la autopista que rodea la provincia, e incluso unas descomunales Terrassa y Sabadell... pero los puntos cardinales están cambiados: si miras al Océano, a mano derecha te queda el Norte, y a mano izquierda el Sur.

Nuestra primera excursión a la playa nos lleva hacia el Norte; tenemos que enfilar la hermosa Marginal, la autovía urbana que discurre por la costa de la bahía, constelada de edificios de "Moderno Tropical", hasta el imponente y francamente bello edificio del Puerto: a partir de allí, la cosa se complica, porque hay que atravesar la zona donde cargan los camiones que distribuyen el combustible por toda Angola -poco atractiva, la verdad- y, después, subir las cuestas de Boa Vista.



Boa Vista es, siguiendo con el símil barcelonés, el Montjuic de Luanda: "Buena Vista" se llama, y sin duda las tiene, sobre la Ciudad, la Bahía y la Isla de Luanda, pero es también el asentamiento de inmensos museques, barriadas de chabolas, pobladísimas... La guía que vamos siguiendo,  de Alhena Media, y no conozco otra, ofrece detalles "gore": "Los habitantes de los museques superiores tiran la basura sobre los situados en un plano inferior y, cuando llueve, no son infrecuentes auténticos aludes de basura, que sepultan las chabolas que encuentran en su recorrido..." La carretera, además, era un desastre, pero Irene y Ramon se ven gratamente sorprendidos porque, desde la última vez que la recorrieron, la han arreglado, y la verdad es que está en un estado bastante decente.






Salimos de la ciudad y la provincia de Luanda, y atravesamos otra populosísima ciudad, Kifandongo, dominada por un imponente depósito de agua, señal de la proximidad del rio Bengo, que da nombre a la provincia y del que se abastece Luanda... el tráfico, incluso siendo un Domingo, es intenso, con grandes cantidades de "candongueiros" cargando y descargando pasajeros... en el parking de un enorme centro comercial hemos quedado con tres amigos de nuestros hijos, "expats" como ellos; una pareja de españoles, muy jóvenes, y un no menos joven portugués; nos acompañarán durante la jornada.

Sin apenas darnos cuenta, cruzamos el puente sobre el río Bengo, famoso en la historia reciente de Angola porque en él las fuerzas del Gobierno y las unidades especiales cubanas consiguieron parar a la columna del FLNA que, mandada por Holden Roberto, yerno de Mobutu, el increíble y sangriento dictador congoleño -gran amigo de las potencias occidentales, por cierto-, bien a punto estuvo de entrar en Luanda; quiere la leyenda -los rojos también tenemos nuestras leyendas, faltaría más...- que los internacionalistas cubanos bajaban en el aeropuerto de Luanda de sus aviones disparando sus AK sobre las avanzadillas enemigas; quizás se exagera, pero la cosa fue de un pelo... no puedo dejar de dedicar un recuerdo a aquellos cubanos, tan lejos de su país, y compararlos con las Brigadas Internacionales que, en noviembre de 1936, salvaron no menos "in extremis" Madrid... "Wir, im fernen Vaterland geboren..." los cubanos contrarevolucionarios decían: "Cuba es el país más grande del Mundo, chico... tiene el gobierno en Moscú, el Ejército en Angola, y la población en Miami..."

Muy pronto nos desviamos de la carretera principal y tomamos la ruta hacia la playa; una pista sin asfaltar, que pasa por dentro de poblaciones de casas de adobes... en un momento determinado, la pista pasa, literalmente por encima de un inmenso montón de basura... la basura, el "lixo", omnipresente en el paisaje suburbano de Luanda... en una de esas poblaciones, un gran grupo de gente endomingada asiste, junto al templo, a un culto en una iglesia protestante, cuya denominación no consigo ver, y os aseguro de que son francamente imaginativas...



Como buen ateo católico, tengo serias prevenciones hacia la competencia; tiendo a identificar las congregaciones protestantes con la larga mano negra del conservadurismo yanki, que las financia con propósitos perfectamente imaginable; no hay más que ver el papel que han jugado en los movimientos contrarevolucionarios -cuando no directamente fascistas- en Latinoamérica; Nicaragua, Guatemala, Brasil en estos momentos... y la verdad es que en Angola, sobre todo en Luanda y alrededores, es frecuentísimo ver iglesias protestantes, que van desde la humildad más elemental al lujo de mármoles, cristales ahumados y metales cromados que ya me diréis de donde lo han sacado... pero, como en tantas cosas en Angola, me faltan elementos para interpretar la realidad; de entrada, Agostinho Neto era hijo de un pastor Metodista, y el amabilísimo guía que nos ha proporcionado Ramon, y que se emociona profundamente cuando visitamos el mausoleo del líder revolucionario, es también un ferviente protestante; por otro lado, yendo en el coche con él, va escuchando una emisora de radio de la Oposición -hay en Angola una apreciable Libertad de Expresión- donde un caballero se desgañita acusando al Gobierno de estar propiciando, con su tolerancia, la extensión por el país de... ¡sectas satánicas...! soltamos al alimón la carcajada, nuestro guía y yo.. "Exagera un poco, ¿no...?", le ¡digo... "¡Un poco!", afirma... luego resulta que el iracundo caballero es ni más ni menos que el Presidente de la Conferencia Episcopal... en este tema, como en tantas cosas en Angola, suspendo mi juicio hasta más información...




La pista serpentea ahora entre terrenos que deben estar inundados buena parte del año: en las zonas más bajas, quedan grandes lagunas, donde veo muchas aves... pocos kilómetros más allá, pasado un nuevo poblado, de pescadores en este caso, llegamos a la playa, y se nos ofrece un panorama insospechado.



Frente a nosotros, anclados a poca distancia de la costa, o varados en la misma rompiente, dos decenas de buques se descomponen ante el ataque conjunto del salitre marino y la fuerza del oleaje... he visto documentales de algo similar en las costas de la India, donde un ejército de peones, sopletes y radiales en mano, los desguazan, pero aquí se funden lentamente con la Naturaleza. ¿Qué les ha traído aquí...? la explicación buena, como siempre, es la más sencilla... se averiaron, dejaron de ser útiles, se les remolcó hasta aquí, y fueron abandonados. Punto.




Pasamos con respeto ante esos gigantescos cadáveres: a través del casco de alguno de ellos, roto por las olas, bullen las aguas del mar... voy leyendo sus nombres y, de repente, un mazazo... ¡Lepanto! No puede haber un nombre más glorioso para la Marina española; de pequeño y devoto, he visitado muchas veces la capilla del Cristo de Lepanto en la Catedral de Barcelona, he saludado al Marqués de Santa Cruz en su palacio de El Viso, me he cuadrado a hurtadillas -para que no se me note lo loco que estoy- ante la estatua de Don Juan de Austria en una bonita plaza de Regensburg, su Ratisbona natal... y Cervantes, nuestro Cervantes... cierto es, también, que he sido invitado al Buque Escuela de la Armada turca, el Uluç Alí Pashá, en honor del cristiano renegado, gran almirante otomano, y agasajado por unos simpáticos marinos que quizás están hoy en la cárcel por conspirar contra Erdogán... con lo que he llegado a rajar de la OTAN, y luego me ha servido hasta para hacer amigos... pero duele ver, ahí, hecho polvo, a todo un "Lepanto"... podrían haberle borrado el nombre antes de haberlo abandonado como a un perro en una gasolinera, él no lo haría...





No estamos solos en la playa: a la vez que nosotros y pisándonos los talones han llegado tres jóvenes en una moto; no nos vienen a pedir nada -me han pedido menos veces en doce días en Angola que en mi primera hora en Marrakech: me recuerdan lo que Labordeta cantaba de los aragoneses: "Somos gentes que no piden/y que tampoco les dan..."- son, simplemente, jóvenes que vienen a divertirse un rato, haciendo el ganso entre los buques... se mantienen cerca de nosotros porque, exhibicionistas como todos los jóvenes -y algunos viejos- quieren espectadores para sus hazañas; ejecutan pasos de "capoeira", cabriolas que me costarían varias semanas ingresado, escalan por las estructuras de los buques, contemplados, indiferentes, por los cormoranes posados en sus mástiles... nos miran de reojo, se saben admirados y fotografiados, y se lo pasan francamente bien...









Viene también por la playa una curiosa pareja; ella, joven y bellísima, con unos pantalones rojos que parecen pintados sobre su piel negra y -supongo- tersa y elástica. A propósito; los negros, en Angola, son orgullosamente "negros", nada de "morenos" o "de color". "Preto", el adjetivo portugués para "negro", se aplica sólo a animales y cosas, y sería insultante llamar así a una persona. El caballero que la lleva de la mano debe tener cerca de cincuenta años, bastante calvo,  y con una barriga cervezera donde se deben fundir las "Sagres" portuguesas y las "Cucas" angolanas... viste camiseta de tirantes, pantalones piratas, y chanclas con calcetines... Angola no es país de turismo sexual: con el tiempo que cuesta obtener el visado, se te habrían pasado las ganas: es, simplemente, país de muchos hombres blancos solos y ganando un buen sueldo, bellas señoras, noches largas... optimista antropológico como soy, quiero creer que es una situación "Win-win"; que los dos, personas adultas, saben lo que obtienen a cambio de lo que ponen sobre la mesa -o, en éste caso, sobre la cama-, aunque, con lo que llevo visto sobre la Naturaleza humana, tampoco descarto que entre ellos haya algo más, afecto, amor... en esto también suspendo mi juicio... podéis verla en la lejanía, en la foto de los pescadores que recogen su red... ella avanza con ágiles pasos de gacela, ni siquiera debe dejar marcas en la arena... él, patoso, mira a izquierda y derecha, como diciendo: "¿Pero os habéis dado cuenta del peazo pibón que llevo al lado...?" Sólo parece añorar que, en aquel preciso instante, no lo estén viendo sus amigos del bar (¿"Murilho"?) de su pueblo... poco después, él sigue apatrullando la playa: ella se sienta junto a unos paisanos, al pie de unos bonitos bungalows, a comer pipas: en su honor  canturreo "Malaika", una bonita canción en Swahili, que viene en el CD que te venden en Kenia en las gasolineras...



Llega la hora de comer; el día está nublado y, junto al mar, casi fresco; nadie se plantea bañarse: volveremos a la carretera de Luanda, y pararemos en un restaurante de camioneros, donde, como en todos ellos, se come bien: "El Panzas" lo regentan, al alimón, un cocinero portugués y su compañera cubana. La cocina es portuguesa, es decir, reconocible y próxima. Hay pulpo al horno, nunca lo he comido así... "pulpo", en Portugués, es "polvo", y me veo pidiendo casi a gritos, "¡Pra mim, un polvo...!"... en las puertas de la Ancianidad, y aún me hacen gracia los chistes de Jaimito, no tengo remedio...














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