lunes, 3 de octubre de 2016

Augsburg; banqueros benefactores y poetas que te engañan...

Planeando nuestro viaje por Baviera, decidimos visitar la ciudad de Augsburg... ahora os explico los motivos...




Augsburg es una pequeña ciudad, aunque con grandes fábricas: cartón, y los motores MAN (no en vano nació allí Ferdinand Diesel, el padre de los motores que tan artísticamente trucan los doiches); pero eso no justificaría una visita: la veo allí, al lado de Munich en el mapa, y se me ocurre una idea; buscaremos alojamiento para dos días en alguna aldea más o menos equidistante, y nos desplazaremos en transporte público para así poder visitar ambas ciudades: la capital del estado Libre de Baviera, y la antiquísima ciudad, fundada por los romanos, bastión de los financieros Fugger y cuna de Bertold Brecht, que eso si que son buenos motivos.

Luego, a la hora de la verdad, resulta que la aldea que elijo es demasiado pequeña, o los transportes públicos, después de tantos años de liberalismo, tampoco están a la altura de las circunstancias; encontramos un ferrocarril de cercanías que, más o menos cómodamente, nos acercará a Augsburg, pero lo de Munich ya resulta más difícil; acabaremos yendo en nuestro coche, como cabía esperar.




De todas maneras, Augsburg bien vale el corto espacio de tiempo que le vamos a dedicar, porque es una ciudad limpia y bonita, donde la necesaria reconstrucción -ya os podéis imaginar que las fábricas MAN serían un objetivo de primer orden para los atareados muchachos de las Fuerzas Aéreas angloamericanas- aún permiten entrever el aire de tranquila villa de provincias, no demasiado monumental, y poco o nada turística; nos movemos por su cuidado centro, en una tarde de calor bético, y recorremos su limpio y ordenado mercado, donde compramos unas orondas cerezas... vemos mucha actividad comercial, con varias tiendas, curiosamente, dedicadas a España, vaya por Dios, tan lejos de la Patria. Todavía, que sepamos, no hay ningún Zara, pero todo se andará...

Augsburg o Coria del Río...?


"Torobella"... ¿cabe algo más español...?

¡Busca algo así en Barcelona...!



Y no deja de ser lógico ese vínculo comercial, porque los banqueros de Augsburgo, los Welser y, sobre todo, los Fugger, desempeñaron un importante papel en la historia de España: los Welser, por ejemplo, financiaron expediciones de conquista al Perú y la cuenca amazónica, pero han sido los Fugger los que mayor influencia tuvieron, porque a ellos recurrió el Emperador Maximiliano de Austria para que le prestasen el dinero necesario para sobornar -bueno, digamos influenciar...- a los Electores, consiguiendo así la corona imperial para su nieto, Carlos Primero de España que pasó así a ser, también, Quinto de Alemania, Karl der Fünfte.

Por supuesto, los banqueros no son gente aficionada a dar cosas gratis, y los Fugger se cobraron con creces el préstamo; consiguieron, entre otros chollos, el monopolio durante muchos años de la explotación de las minas de cinabrio de Almadén, las principales productoras de mercurio del Mundo Occidental. Y os preguntareis: ¿pero tan importante era el mercurio, ya había termómetros...? no; era, en aquel entonces, imprescindible en la minería del oro y la plata, y eso eran palabras mayores, sobre todo cuando se estaban descubriendo los nuevos yacimientos americanos, y los metales preciosos comenzaban a inundar Europa, dejando, ¡ay!. escasos beneficios en los reinos peninsulares... en Almagro, Ciudad Real, aún puede visitarse el despacho que el representante local de los Fúcares -como eran conocidos en España- allí tenía, y aún ahora deja ver claramente lo que era poderío.

Pero no es ese aspecto de la historia de los Fugger el que me interesa, sino su papel de pioneros de la Vivienda Social: fueron los Fugger los primeros en construir un barrio entero -la Fuggerei- de pequeñas casitas, cuidadas y ajardinadas, para ciudadanos pobres, siempre que fuesen trabajadores, no mendigos, de buena conducta, con un alquiler sumamente moderado. En una Baviera asolada por las Guerras de Religión, los Fugger, católicos, no quisieron discriminar a los luteranos, muy abundantes -justamente en Augsburgo había presentado Lutero los principios de su reforma-; eso sí, establecía como condición que los beneficiarios rezasen, cada día, un "Ave María"... si los Protestantes no podían rezar semejante cosa, era su problema, y siempre podían recurrir a los alquileres del Mercado Libre, no en vano el Capitalismo estaba dando ya sus primeros pasos en aquellas benditas tierras.


La Fuggerei



Lo prodigioso es que, cuatro siglos y pico después, la Fuggerei sigue existiendo, cumpliendo idéntica misión, gestionada por un patronato que conserva el espíritu de los fundadores, sin que ninguna Ana Botella haya sucumbido a la tentación de vendérselo a un "Fondo Buitre": y allí están las coquetonas viviendas, tras una bella puerta acastillada, protegidas, eso sí, con un "Verboten" que impide el paso a los curiosos: yo, que respeto las prohibiciones hasta en mi tierra, que ya es decir, no voy a saltármelas a la torera justamente en Alemania; por la mañana, hemos visitado el campo de Dachau, para saber cómo las gastan los doiches con los que se pasan un pelín-; Blanca, que pese a su alta cuna parece nieta de Durruti, entra a verlas y, encima, se cachondea de mí... "¿Ves como no pasa nada...?" Yo me acuerdo del "Arbeit macht Frei", y se me abren las carnes.

Mucho más difícil es seguir la huella de Bertold Brecht; es mucho más fácil encontrarla en el Berlín de los tumultuosos y vitales años de Weimar, en su variado exilio europeo y, después, en los años de su crítica -y criticada- ciudadanía voluntaria en la República Democrática Alemana: pero no deja de ser cierto que nació aquí, en el seno de una familia burguesa, y aquí transcurrieron sus primeros años... aunque dejó escrito que "Lo mejor de Augsburg es su estación del ferrocarril, porque desde allí puedes ir a Munich" que, bien mirado, no parece la frase más adecuada para un folleto turístico.


"¡Aún quedan jueces en Prusia...!"

Y eso me lleva a recordar un equívoco involuntario, que me hizo buscar en un lugar concreto algo que no estaba allí: pude disfrutar de la contemplación, en Potsdam, junto al palacio de Sans Souci, del molino cuyo molinero pleiteó contra el Rey de Prusia, episodio recogido por Bretch en su obra de igual título, "El molinero de Sans Souci", donde le hace exclamar aquella famosa frase: "¡Aún quedan jueces en Prusia!", de tan agradable sonido para los que vemos, desde estas tierras, como cada día se denosta a la "Brigada Aranzadi"... el equívoco procedió de uno de sus bellos poemas de guerra: "Mi hermano era un piloto" "Mein Bruder war ein Flieger".

No se si lo conocéis; en google lo encontraréis en un momento; cuenta Brecht que su hermano, un piloto militar, recibió la orden de volar al Sur; quería conquistar tierras para su Pueblo, pero...

"La tierra que mi hermano conquistó/ está en el macizo del Guadarrama/ tiene 1 metro 80 de largo, y metro y medio de hondo..."

Recitaba yo ese poema, en mi Alemán macarrónico, mientras bajaba desde el Monasterio de Yuste al cercano Cementerio Militar Alemán: precisamente en Yuste vivió sus últimos años retirado, como Rey Emérito, Carlos Primero -ya no Quinto-, salvo opinión en contra de los presuntos neohistoriadores patrióticos que en Catalunya -para vergüenza de los independentistas serios, que los hay, y muchos, y profundo regodeo de los que no somos ni una cosa ni otra- aseveran que el Emperador se retiró a un monasterio de la Serralada Litoral barcelonesa, con el irrebatible argumento de que qué se le podía haber perdido al Amo de Europa en Extremadura, una Comunidad Autónoma Subvencionada.

El Soldatenfriedhof de Cuaco de Yuste es uno de los muchos que ha construido la Liga Popular para el Cuidado de las Tumbas de Guerra, una benemérita institución alemana que procura que reposen con dignidad los millones de conciudadanos enviados a morir por esas tierras de Dios por gobiernos seriamente cuestionables. Con independencia de que muchos de ellos fuesen muy a gusto, que ese es otro problema. Allí reposan soldados, aviadores y marinos de ambas guerras mundiales, junto a los miembros de la Legión Cóndor, la unidad de aviadores, carristas, artilleros y especialistas que envió Hitler para echarle una manita a Franco. No sé si los alemanes han tenido el detalle -como sí han hecho los italianos- de enterrar también en su cementerio militar a los combatientes de las Brigadas Internacionales, lo cual garantiza, por lo menos, interesantes debates el día de la Resurrección de los Muertos... repasé la lista de los allí enterrados: ""Brecht, Brecht, Brecht... ninguno". pero había suficientes Soldados Desconocidos para presuponer que no debía andar muy lejos el Flieger hermano de Bertold. Total, desde Yuste al Macizo del Guadarrama hay pocos kilómetros...


A un soldado alemán desconocido...


Muchos años después, consultando fuentes en Alemán, descubrí la verdad; el único hermano -"Querido hermano", decía el texto- de Bertold, un pacífico ingeniero especialista, como su padre, en la fabricación de cartones, falleció en su lecho en 1985, sin conquistar ni un palmo de tierra, ni en Guadarrama, ni en ningún otro lugar. Lo de "Hermano" era una figura poética, no una referencia biográfica.

No sé cómo no perdí definitivamente mi fe en los poetas cuando descubrí que quienes colgaban sus nidos en los balcones no eran las "oscuras golondrinas" (Hirundo rustica) sino los Aviones comunes (Delichon urbicum)... si buscas informaciones fiables, no recurras a quienes, por tal de ajustar una rima, son capaces de semejantes artificios... bien mirado, tampoco se hubiese perdido nada:

"Volverán los oscuros aviones/ a colgar sus nidos de mis balcones..."

Aunque, ahora que lo veo escrito, casi entiendo que Becquer quisiese huir del plural... en fin, los poetas, para lo que valen, y para el resto, las guías ornitológicas y los libros de historia.






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