miércoles, 26 de octubre de 2016

... que vengo de Angola...!

De vuelta de las tierras angoleñas -o angolanas-, todavía situándome después de una experiencia tan fuerte, empiezo a escribir sobre ella, intentando aclararme las ideas...



Mis primeros recuerdos de Angola están ligados una niña que me gustaba mucho: rubia, de ojos azules, con un encantador acento malagueño, Marisol era, para muchos adolescentes de mi generación -apenas dejábamos de ser niños- algo parecido a un "sex symbol" en ciernes, cuando el sex se estaba convirtiendo en un complicado descubrimiento: nuestro país vecino y amigo, Portugal, se enfrentaba a una rebelión en sus colonias africanas, donde los ingratos negritos pagaban así los esfuerzos hechos por llevarles la Cultura y, sobre todo, la Religión Verdadera: el Régimen de Franco acudía solícito en su ayuda -el Fascismo es lo que tiene, une mucho- y, así como los hermanos lusos habían enviado a los valientes Viriatos a luchar en las filas nacionales, nosotros les enviábamos a Marisol, para animar con sus canciones a sus soldados, especialmente a los más orientados hacia la pederastia... cantaba una canción patriótica, "Angola é nosa", frente a carteles que reproducían el mapa de Europa con las siluetas superpuestas de Angola y Mozambique -Angola sola, un millón de kilómetros cuadrados, casi como Francia y Alemania juntas-, con una orgullosa leyenda: "Portugal nao es un país pequenho"...



Poco a poco, tanto Marisol como yo fuimos descubriendo que las cosas no eran exactamente como nos las contaban: que ni el Mau Mau había sido una banda de fanáticos tribales -asesinaron a unos doscientos colonos británicos; los súbditos de su Graciosa Majestad, tan sólo, se estima, a medio millón de kikuyus...- ni Lunumba un iluminado homicida, ni Tshombe un negro bueno y comprensivo con los intereses de las empresas mineras belgas, ni Bob Denard el valiente campeón de los valores europeos, defensor de las monjitas en trance de ser violadas... Marisol evolucionó en Pepa Flores, una bellísima e inteligente mujer, comprometida con sus ideales, y yo fui a parar en el rojillo que disfrutaba oyendo a Carlos Puebla cantar las gestas de los internacionalistas cubanos, apoyando a todas las causas de liberación en el continente africano... descubrí que mi solidaridad estaría ya, siempre, al lado de los oprimidos, y por eso me cabreo tanto cuando veo a quienes, incómodos en su "encaje -muchas veces con razón, no diré que no- usurpan esa digna y terrible condición. En los países oprimidos, ni hay restaurantes con tres estrellas Michelin, ni se comen txuletones en las sidrerías...



Pero no querría ocultar que, y me disculparéis por mi extrema juventud, Angola tenía también otras resonancias en mi grupo de amigos; supongo que muchos de vosotros habréis visto el video -piedra de escándalo para los bienpensantes- donde Echenique, político absolutamente atípico, canta junto a otros desocupados una jotica obscena, donde un maño le solicita a una tal Dominga determinada prestación erótica, con el único argumento de que viene de Francia, tierra de perversiones, donde dichas prácticas están, al parecer, sumamente extendidas... no os ocultaré que, entre nosotros, jóvenes irreverentes y de escaso fundamento, coplas como esa, y aún peores, eran sumamente frecuentes cuando, en Casa Solano, pedíamos un porrón de vino y una tortilla de patatas... y no faltaba quien, una vez cantada, solicitase: "¡Y ahora, la variante portuguesa...!", y la volvíamos a cantar, en un portugués macarrónico, donde rimaban cola, Manola... y Angola.

¿Quién me iba a decir a mí que, cincuenta años después, estaría bajando del avión en el aeropuerto de Luanda, en una madrugada ya cálida y de una humedad pegajosa, para sumergirme, por unos días, en el ritmo agitado, ruidoso, polvoriento, muchas veces desconcertante, pero vital, estimulante, rompedor de todos los esquemas, de ese lejano país, al que estamos ahora ligados por la presencia allí de una hija querida y su compañero...? hemos estado en Angola pocos días, pero el efecto nos durará años... intentaré reflejar algunas de mis sensaciones y percepciones para, al mismo tiempo, ir ordenando mis recuerdos... con las limitaciones obvias del que aterriza, de pronto, en medio de algo que desconocía, o conocía solo por referencias, e intenta comprender algo tan complejo como el funcionamiento de una sociedad humana...



Una de las primeras cosas que visitamos en Luanda fue el memorial dedicado a Agostinho Neto, su primer presidente, líder de la guerra anticolonialista y la Independencia: me impactó más que me gustó; una estética demasiado soviética, en el mal sentido de la palabra, demasiado grandielocuente....  los países jóvenes -y los no tan jóvenes- tienden a sobreactuar; pero me impresionó saludar con una inclinación de cabeza la tumba de aquella persona extraordinaria, médico y poeta, capaz de soñar un futuro mejor para su pueblo, y, sobre todo, leer allí, junto a su tumba, sus bellísimos poemas... no puedo dejar de citar los últimos versos de uno de ellos: "Hemos puesto todas las piedras de los cimientos/tenemos derecho, ahora, a un trozo de pan..."



Muchos años después de su muerte, Angola no deja de ser una sociedad sumamente contradictoria, en plena transformación; los avances son indiscutibles, espectaculares, pero es cierto que una parte importante de su pueblo sigue sufriendo, no me atrevo a decir si más o menos que antes, quiero creer que un poco menos... otros, por supuesto, se han creído con derecho a bastante más que un trozo de pan, y tampoco estamos nosotros en condición de reprochárselo, desde nuestras black y nuestros 3%... de todo eso seguiremos hablando: pero no quiero cerrar estas primeras líneas sin una mención emocionada a la mayor riqueza de Angola; sus niños, sus cantidades ingentes de niños, guapos, muchas veces alegres, incluso en medio de las dificultades, niños vivos, niños que son el Futuro... creamos en ellos, creamos en Angola...










2 comentarios:

  1. Oye tío: para cuenta con la más mínima crítica a Marisol, por mucho que vengas de Angola, ¿acaso no te acuerdas cuando cantaba lo de corre, corre, caballito? Aquello era erotismo y .....Mucho cuidado conmigo, que le juré amor eterno. Lástima que se casó en La Habana, con el Comandante Fidel como juez de paz, con ése bailarín desustanciado, pero yo sé que cuando me conozca, verá claro.

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    1. Cuando quieras, nos batimos por Marisol... ¡elige arma! :-)

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