Pasando por la autopista, camino al valle del Rhin, veo el desvío a Worms... un aficionado a la Historia no puede dejar pasar un sitio así: allí Carlos V -nuestro Carlos Uno- reunió a los príncipes del Imperio para discutir qué hacer ante las nuevas ideas que estaba extendiendo Martín Lutero, un fraile agustino particularmente crítico son la corrupción de la Iglesia, que había entrado ya en las peligrosas aguas de lo que sus adversarios consideraban herejía... el propio Lutero, confiando en la protección de poderosos príncipes que ya se habían decantado por su bando, compareció ante la Dieta y el Emperador, y mantuvo allí sus posiciones, escapando por los pelos de que no lo arrestasen... me digo: "A la vuelta, paro en Worms": dicho y hecho...
Worms tiene, además, la mayor catedral románica de Alemania. O del Mundo, no las tengo medidas... entrar en el casco antiguo de una ciudad histórica alemana no es difícil: siempre, casi desde cualquier sitio, estás viendo parte de la Catedral, del Dom: o una aguja gótica disparada hacia el cielo, o esas curiosas cúpulas en forma de cebolla que uno asocia más a la arquitectura religiosa rusa, pero que hasta hace poco podían verse también en un hotel de Bielsa... lo de Worms es mejor aún, porque estás viendo todo el mazacote del Dom, en piedra rojiza, señoreando por encima de los tejados... guiándome por él -por el Dom-, pronto encuentro una parkplatz, gratis, además... aparcado, me dirijo a pie hacia donde he visto por última vez las torres...
Pasado ese punto informativo, seguimos por el parque, en dirección al Dom, y vamos encontrando sucesivas calles cortadas por andamios metálicos... rodeamos a distancia el edificio: sólo queda accesible una puerta lateral... cerrada:el resto, lo que supongo es la fachada, está cubierto por un intrincado andamiaje metálico; sobre nosotros vuela un enorme graderío, y diversos carteles informan que el espacio está cerrado, durante todo el mes de Julio, por representaciones de "Los Nibelungos"...
Me ha vuelto a pasar; en München encontré, hace cuatro años, la impresionante vista de la Feldherrenhälle tapada por el escenario de un concierto de Rock, y en Nürnberg, el Campo del Zeppelin -otra reliquia histórica nazi, inmortalizada por Leni Riefensthal en su "Fuerza de la Voluntad"-, invadido por muchachos con mochilas y sacos de dormir, reunidos no para aclamar a su Führer, afortunadamente, sino para hacerse unos canutos mientras escuchaban grupos de Heavy Metal... en Alemania, en el buen tiempo, eso es frecuente... tomo nota para visitar lugares históricos fuera de la temporada de fiestas populares...
Ya que nos quedamos sin ver el Dom, miramos a través de los barrotes: están ensayando, sin vestuario, aunque si, me parece, con peluca, porque la que no puede ser más que Krimilda, con una deslumbrante melena roja, atiende las instrucciones de un regidor con gorrilla... "¡Ponte aquí...! ¡ponte allá...!": Krimilda, obediente, se mueve por el escenario: está de espalda a nosotros y, sin percatarse de nuestra presencia, en un gesto tantas veces inmortalizado por Rafa Nadal, se pellizca por debajo del vestido, y se saca las bragas de la regatera del culo...
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