martes, 12 de julio de 2016

Emma Cohen, in memoriam (indirecta...)

Me despierto con una mala noticia. Una mala noticia natural, quiero decir, aunque prematura, dramáticamente prematura: ha muerto Emma Cohen...

Emma Cohen era una chica mayor que yo: compruebo que sólo dos años y pico, pero eso, cuando éramos jóvenes, era una distancia casi insalvable: no llegué a conocerla personalmente, pero yo iba, por así decirlo, siguiendo sus pasos; en la Facultad de Derecho, en el teatro universitario... y, por supuesto, conocí a muchos que la conocían; entre ellos, dos hermanas suyas, bellas e inteligentes también. Una de ellas, por cierto, humillaba mi autoestima intelectual con auténticas palizas al ajedrez.

Precisamente estando con esa hermana más joven, nos contó un conocido común, actor de teatro, una divertida anécdota de Emma: la sensación teatral barcelonesa del momento era el "Marat-Sade", de Peter Weiss, dirigido por Marsillac. nuestro amigo representaba el papel de uno de los locos del manicomio de Charenton que, bajo la dirección del Divino Marqués, interpretaban la muerte del tribuno revolucionario: los "locos" tenían por misión dar por saco de las maneras más variadas, harapientos y polvorientos como iban, a los asistentes a la función: nos contaba que un burgués, incomodado por un compañero suyo, intentó librarse de él dándole un billete de mil pesetas. Eso, en los años sesenta, era un pastón, algo así como el mítico billete de 500 euros... el "loco", mirándolo con odio, redujo el billete a confetti con sus manos... después, entre bambalinas, se tiraba de los pelos... muchos de los buenos actores de la escena barcelonesa de los Setenta empezaron su carrera como "locos" del "Marat-Sade"...

Pues bien; Serena Vergano, otra de las musas de la intelectualidad barcelonesa del momento, que interpretaba a Carlota Corday, la asesina de Marat, abandonó la compañía de la noche a la mañana, no recuerdo exactamente por qué; inmediatamente, le propusieron a Emma hacerse cargo del papel: no había problema, se lo sabía perfectamente... pero el vestuario, diseñado para Serena, esbelta y espiritual, no se adecuaba demasiado bien al cuerpo de Emma, uno de esos cuerpos de señoras de verdad, de los que nos gustan a los señores, vamos...

Y de ahí surgió la anécdota; porque, en la primera función, Emma esbozó un gesto dramático con su brazo, y un hermoso y rotundo seno, aliviado de la presión del "Palabra de Honor" republicano tres tallas menor, saltó libre ante la admirada mirada del afortunado público, y me refiero, por supuesto, al masculino y/o dotado de claras preferencias hacia ese tipo de visiones...

Emma ni se inmutó: continuó interpretando su papel y, en un momento propicio, lo volvió a colocar en su lugar, acabando la función sin más incidentes.

Pero la noticia había dado la vuelta a Barcelona... "¡¡Emma enseña una teta...!!": al día siguiente, todas las entradas del teatro estaban vendidas, y una inmensa multitud -vamos, tampoco exageremos, el aforo entero...- asistía, expectante, a la espera del acontecimiento que nunca volvió a producirse, porque ya el personal de vestuario había tomado las medidas necesarias, en todos los sentidos.

Hija de una familia topeguay, niña del Turó Park, Emma brilló con luz propia en aquella Barcelona que tanto añoro, entre otras cosas, por haberla vivido sólo de refilón, demasiado joven, demasiado pobre para entregarme libremente a sus entrevistos placeres... una Barcelona donde podías estarte tomando un Gintonic en Bocaccio -alguno si me tomé...- junto a, qué se yo, Mario Vargas Llosas, el entonces famoso izquierdista... una Barcelona libre de las Plagas de Egipto que hoy la azotan: turistas, turistas y más turistas, patriotas de patrias posibles pero poco probables, con bandera comprada en los chinos colgada del balcón, y honestos padres de familia, devotos del Joven Atleta con Problemillas Tributarios, sañudamente perseguido por las Fuerzas de Ocupación...

Después, la carrera de Emma tomó rumbos inesperados; cine comercial, inolvidable Gallina Caponata -traspasaba el poco favorecedor disfraz, de alguna manera sabías que debajo estaba ella...- y, una vez iniciada su larguísima unión con Fernando Fernán Gómez, -ese hombre insustituible, y baste con ver lo mal que lo estamos llevando sin él-, el descubrimiento de la Literatura.... Emma, que empezó su carrera como una tempestad arrolladora, se había transformado en una suave lluvia, que acompañaba aunque no la escuchases, porque sabías que seguía cayendo... con esa discreción ha llevado su última prueba, con esa discreción nos ha dejado; que la Tierra te sea leve, chica guapa, bella señora...


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