lunes, 8 de febrero de 2016

Argentina previsitada...

Dentro de pocos días, si todo va bien, estaré volando hacia Argentina...




Un viaje mil veces soñado es un viaje ya casi medio disfrutado: viajé por sorpresa a Kenia, un país que me atraía profundamente, pero que no estaba en mis planes poder visitar, y nos fuimos al Japón casi sin pensarlo, en una decisión rápida de la que nunca nos arrepentiremos. Pero -al igual que a la Toscana- siempre he pensado que iría a Argentina, faltaba buscar el cuándo y el cómo; parece que ya los tenemos aquí.

¿Qué busco en la Argentina...? cosas muy diferentes: bajaremos en los primeros días hasta Ushuaia, en la punta argentina de Tierra de Fuego, y navegaremos por el Canal del Beagle, sintiendo la atracción del gran vacío que se abre hacia el Sur, hacia los hielos de la Antártida, el auténtico Fín del Mundo... es curioso, pero he conocido a cuatro personas que han estado allí, lo cual debe suponer un porcentaje importante de sus escasísimos visitantes, incluyendo a dos -dos militares- que llegaron hasta el Polo Sur... a todos les he preguntado lo mismo: "¿Cómo es aquello...?" "Solitario, duro, puro..." ha sido su respuesta. Tierras -por decir algo- donde estás solo contigo mismo, si excluyes el hielo y cuatro pingüinos, tierras para conocerte mejor, en profundidad... suerte que no podré pisarlas nunca, prefiero conocerme solo superficialmente, la verdad... pero me apetece sentir mis pies firmes en la tierra fueguina -o en la cubierta del barquito de turistas- y, regado por los rociones de las olas, mirar hacia el Sur infinito... tengo también la obsesión de ver brillar, en el firmamento, la Cruz del Sur; en Kenia la entreví una sola vez, pero enseguida se nublaba; ahora me esperan días de luna llena, que no son los mejores para ver a Acrux y sus compañeras, y con un tiempo de perros, pese a estar en pleno Verano Austral, pero espero tener más oportunidades de seguir un rumbo hasta ahora desconocido para mí, que llevo toda una vida mirando al Norte.


Pero la estancia más larga la tendremos en El Calafate: busco en esas tierras el sentimiento de la soledad ante la inmensidad de los paisajes... para mí, la Naturaleza con mayúsculas han sido siempre los Pirineos, pero basta con sobrevolarlos en avión para situarlos en su justa perspectiva... recuerdo, hace años, que una institución pública organizaba "cursos de supervivencia"... en una estación de esquí: mi iconoclasta hermano Ricardo se partía el pecho... "¡No hay ningún punto de los Pirineos que esté a más de seis horas andando de un Supermercado...!", decía, exagerando, pero no mucho... Los Alpes te devuelven el sentido de la Montaña Salvaje... si eliminas, con un photoshop mental, telesillas y trenecitos que se encaraman a prácticamente todas sus cumbres. Entre las inmensidades patagónicas, espero disfrutar del mismo sentimiento que experimentaba cuando, en vuelo hacia Tokio, la pantalla del avión me informaba de que estaba cruzando la Siberia de Miguel Strogoff: visitaremos Perito Moreno, un glaciar que -cosa insólita- avanza, pero también haremos dos excursiones más largas, cada una de un día en carretera, que hasta hace pocos años ni siquiera estaba asfaltada, hacia El Chaltén, al pie del "Monte Humeante" que los primeros europeos llamaron Fitzroy y, en otra jornada de culos planos, muchas horas en coche hasta las Torres del Paine, ya entrando en Chile, viendo las últimas cumbres de los Andes. Modestos tresmiles, pero de perfiles verticales imposibles que hunden sus pies en los fiordos del Pacífico...


Y, al principio y al final, Buenos Aires. Si, como creo cada vez con más seguridad, la verdadera Patria es nuestra lengua materna, Buenos Aires es la mayor ciudad de mi Patria particular, si dejamos en otra categoría México D.F., que más que una ciudad es ya un mundo... antes de hacer un viaje, me gusta bucear un poco en la cultura local: en este caso, no es necesario, porque la Cultura argentina es, en gran medida, también mía... sin Borges y sin Cortázar no se entenderían mis primeros años de empedernido lector, y sin Manuel Puig me hubiese costado más desprenderme de mi homofobia primitiva, en la doble acepción de la palabra; inicial, y propia tan sólo de seres primitivos. Y me siento muy orgulloso de que "Los libros del Lince", la pequeña editorial de la cual somos pequeños accionistas, haya publicado hace poco una deslumbrante novela de Matías Néspolo, al que auguro una larga carrera como narrador..; tengo perdida la cuenta de las veces que habré cantado "Caminito" antes de pisar las calles de La Boca, y ya sabéis ante la puerta de qué número de Corrientes me detendré, sin necesidad de subir al segundo piso por el ascensor... mi visión de la vida sería distinta sin los dibujos de Quino, sin la desquiciada e irresistible música de Les Luthiers, y en mi corazón de rojo liberal hay siempre una velita ante el altar del Ché, "que era argentino y cubano": no puedo ver unas vaquitas yéndose por una senda sin recordar a Atahualpa Yupanqui, el vasco más argentino de la historia; no hace 48 horas que veía a Darín practicando el deporte de Levantamiento de Goyas... ¡Y aún suerte que nunca me ha importado el fútbol...!


Tengo ya, antes de ir, mi propia Argentina, el poso que en mí han dejado desde los primeros conocidos emigrantes que volvían a la triste España de los años 50 contando maravillas, y regalándome un billete de 1 Peso, hasta las Argentinas que me han contagiado tantos y tantos amigos, de todos los colores, a través de los cuales pude vivir su tragedia de los años 70, no tan distinta de la nuestra de los años 30: los periodistas radicales -¡qué guapa, ella...!- que me enseñaban a cantar la "Marcha de la Libertad", y que discutían con el conserje peronista -de Perón y, sobre todo, de Evita- de nuestra residencia, tomando mate cocido, al que tanto me aficioné; mi amigo "zurdo"-y judío, por más señas- que tuvo que poner Océano por medio para salvar su vida, casi el único de su grupo de amigos; el torturado torturador que, en una noche inolvidable, lloraba sobre mí descargando sus culpas... hasta su Guerra de las Malvinas fue un poco mía, porque puso en tensión todas mis costuras mentales... ¿Una Dictadura atacando a una Democracia, y yo dudando? pues si... hasta que me dejé llevar por mis simpatías y, lo confieso, por mi solidaridad entre europeos: ¿Y quién es más europeo, el que está a miles de millas pero siempre quiso serlo y, a la que puede, se planta en Madrid o en París, o el que está a pocos kilómetros, pero a regañadientes, pendiente siempre del primo rico, y dando por saco sin parar...?

Sé que encontraré una Argentina inmersa en varias crisis: la recurrente económica y social, originada por el contacto explosivo entre sus doradas esperanzas de futuro y su deprimente realidad actual; la creada por el reciente cambio político, la propia crisis demográfica -una emigración, que allí corre de Norte a Sur, qué cosas, y que la está haciendo cada vez más americana, más nativa, más reconciliada con sus raíces de antes de los barcos-... es igual; sea cual sea, siempre ha sido, siempre será mi Argentina... ¡esperá, que ya voy llegando...!







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